Separación de Texas

Texas pertenecía a la República Mexicana y formaba parte del Estado de Coahuila. Muy escasamente poblada entonces, el gobierno autorizó que la colonizaran extranjeros, norteamericanos en su mayoría. 

Aquello fue un desacierto. Los colonos, gente de procedencia, habla, tradiciones y costumbres diferentes de las nuestras, y sin contacto próximo con la demás población del país, no sólo se sentían desligados de México, sino que dieron fácil curso al supuesto desagrado por el abandono (así lo llamaban) en que los tenían las autoridades del Estado de Coahuila.

Como, por otra parte, los cultivadores de algodón del Sur de los Estados Unidos querían la anexión de Texas a su país, al promulgarse la constitución centralista de México se tuvo a la mano la ocasión y el pretexto que los colonos texanos y sus aliados norteamericanos aguardaban para realizar sus designios. Se hizo una gran propaganda contra las nuevas leyes mexicanas; se dijo que con ellas la condición de los texanos iba a ser peor; se hacía hincapié en el inconveniente de que todos los asuntos se resolvieran en la capital de la República, ciudad situada a tan grande distancia; total, que, según ellos, convenía la independencia de Texas.

Aunque la opinión de los colonos se dividió, la mayoría se puso de parte de lo que sostenía la propaganda, y, en 1836, Texas resolvió separarse de México y se declaró república independiente.

Al enterarse de lo que ocurría, Santa Anna salió de la Ciudad de México, decidido a someter a los separatistas, para lo que llevaba tropas bastantes; y, en efecto, varias veces logró vencer a los texanos. Ocurrió, sin embargo, que mientras estaba acampado con una fracción de sus hombres a orillas del río San Jacinto, el pequeño ejército que les quedaba a los texanos lo sorprendió y lo hizo prisionero.

Preso Santa Anna, la guerra hubiese podido seguir adelante, y, de seguro, con buen éxito. Pero para recobrar su libertad, Santa Anna hizo un infame pacto con Houston, jefe de los texanos: ordenó a su segundo, el general Filisola, que evacuase con el grueso de las tropas mexicanas el territorio insurrecto (orden que Filisola obedeció indebidamente) y Santa Anna reconoció la independencia de Texas.

Fuente:
Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 91 – 92.
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