Última dictadura de Santa Anna

Después de la guerra de 1847, la desorganización y las luchas internas continuaron en México. 

Ni el gobierno del general José Joaquín de Herrera, ni el de Mariano Arista, lograron pacificar al país, lo que hizo posible que el general Santa Anna volviera de Colombia, a donde se había ido, y que una vez más se adueñara del poder.

Antonio López de Santa Anna había nacido en Xalapa, Veracruz, el 21 de Febrero de 1790. Turbulento y pendenciero cuando joven, lo caracterizaban la astucia y la audacia- Gustaba de las peleas de gallos y del juego; nunca tuvo buenas costumbres.

Fue realista hasta 1821, año en que Iturbide lo hizo coronel, y, de allí a poco, bajo Vicente Guerrero, alcanzó el grado de general de división.

Era quizá – según lo describe el escritor Victoriano Salado Álvarez – alto en demasía, pero muy bien proporcionado. Su rostro, nada atractivo, se singularizaba por lo torvo y duro: atezado el color, la nariz gruesa y vulgar, la boca ancha, con el labio inferior colgante. Sin embargo, algo lo favorecían la mirada, que era agradable; la frente, despejada y amplia; el cabello, ligeramente ensortijado, y los dientes, blancos y uniformes. Tenía Santa Anna voz pastosa, gruesa, imperativa, como la de quien está habituado a mandar y ser obedecido, si bien sabía matizarla y suavizarla, y atraer o impresionar con ella a las personas que lo rodeaban y a las multitudes.

El gobierno de Santa Anna fue una dictadura despótica, porque no sólo la ejerció con facultades sin límite, sino interpretando éstas a su antojo. Hizo que el Congreso le otorgara el título de Alteza Serenísima; persiguió a todos los militares, políticos y periodistas contrarios a él; cobró impuestos excesivos e irracionales, algunos tan absurdos como los que gravaba las puertas y las ventanas. Sin consultar siquiera al Congreso, celebró el Tratado de la Mesilla, por el cual, a cambio de diez millones de pesos, los Estados Unidos, que para esto ejercieron fuerte presión, compraron a México el territorio de La Mesilla y obtuvieron varios privilegios, como el del libre tránsito por el Golfo de California, el río Colorado y el istmo de Tehuantepec. También se les concedía el derecho a proteger, siempre que lo juzgasen conveniente, las obras que se hicieran en el istmo.

El territorio de La Mesilla era parte de los Estados de Sonora y Chihuahua y colindaba con los límites meridionales de Nuevo México y Arizona. La extensión total del territorio patrio que entonces (13 de Diciembre de 1853) vendió Santa Anna a los Estados Unidos tenía, aproximadamente, una superficie de ciento diez mil kilómetros cuadrados.

Como todo lo anterior provocaba y extendía la indignación del pueblo mexicano contra Santa Anna, para arrojarlo del poder se proclamó el 1° de Marzo de 1854 el Plan de Ayutla y estalló una gran revolución: la que luego se conocería con el mismo nombre del plan que le dio origen.

El Plan de Ayutla se llamó así porque se firmó y salió a luz en el pueblo de Ayutla, Guerrero. En el plan se exigía: 

·         Que Santa Anna dejara el poder.

·         Que se convocara un nuevo Congreso.

·         Que el Congreso elaborara una Constitución.

 

Aceptado el Plan por todo el país, Juan Álvarez, antiguo insurgente, encabezó el movimiento. Santa Anna salió de la Ciudad de México para combatir a los rebeldes; pero Ignacio Comonfort, que desde un principio se había adherido al plan, y era quien de hecho lo inspiraba y dirigía, derrotó al dictador en Acapulco. Poco después, Santa Anna, comprendió que no podía enfrentarse con aquel movimiento revolucionario verdaderamente nacional, dejó la Presidencia y se expatrió en Agosto de 1855.

Fuente:
Generación 1960. Mi libro Historia y Civismo. Cuarto Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 99 – 101.
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