Detrás del velo. El velo como prenda estrella

Afortunadamente, el aperturismo también tiene voz femenina: "Una puede ser musulmana y apoyar la democracia", es el lema de la iraní Shirin Ebadi, defensora de los derechos humanos en su país y la primera musulmana en recibir el Nobel de la Paz. Fue una de las primeras jueces de Irán que se quedó sin trabajo cuando el imán Jomeini asumió el poder, porque las mujeres son "demasiado emocionales e irracionales" para desempeñar ese cargo. Eso sí, cualquiera que sea la ideología que defiendan siempre será con el aspecto más "decente", porque el islam fomenta, sobre todo, la decencia y alejar al creyente del vicio y la inmoralidad. Hombres y mujeres deben vestir con modestia, actitud que tiene que ver más con la sexualidad que con la fe. Ellos deben cubrirse desde el ombligo a las rodillas; ellas, todo. Entonces, ¿de qué hablamos? ¿De diversidad religiosa o de represión? Hay que recordar que el Corán recomienda, no impone, las restricciones en el vestir; pero el fundamentalismo las acepta como dogmáticas, siendo el velo su prenda estrella. Según el padre del fundamentalismo Ibn Taimiya el velo (hiyab) es expresión de pureza que pone a la mujer en su sitio, el anonimato, el lugar que tiene asignado en la sociedad islámica.

La palabra hiyab viene del verbo haya-ba, que significa "ocultar". Así pues, es "algo que oculta a la vista", por eso la adolescente que tiene su primera regla es llamada mahyuba (velada). Al principio, el velo fue instituido para distinguir a la mujer noble de la que no lo era, luego a la creyente de la no creyente. Y llegó el pecado, eso sí de mano de la perversa Lilith, símbolo hebreo del diablo disfrazado de hermosa mujer cuyo fin es provocar el deseo masculino con su sensual, larga y brillante melena. La solución fue muy sencilla: cubrir el cabello y alejar al miembro perturbador -la mujer- de la comunidad, porque los hombres no parecen capaces de controlar su apetito sexual. En nuestros días, el velo va imponiéndose silenciosamente: las tradicionalistas por mantener las costumbres, las fundamentalistas por su ideología y su oposición a Occidente, y para las más, como salvaguarda ante los hombres o símbolo de feminidad musulmana, o como única vía para acceder al entorno social. 

La portación del velo también asegura la pertenencia a una buena familia, y si no se lleva es como decir al resto: "No soy honesta" -esto es, virgen-. Deshonra que no sólo caerá en ella sino sobre el resto de su familia. Todas las mujeres saudíes tienen la obligación de salir a la calle con velo; en Irán, además, deben llevar chador si ocupan cargos públicos, mientras que en el Afganistán de los talibanes el último grito en la moda femenina son el burka y la represión. 


Fuente:
Por Gema Delicado en Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 76 – 77.

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