Huida de Quetzalcóatl

Al llegar a la playa hizo una armazón de serpientes, y una vez formada, se sentó sobre ella y se sirvió de ella como de un barco. Se fue alejando, se deslizó en las aguas y nadie sabe cómo llegó al lugar del Color Rojo. Cuando llegó a la orilla del inmenso mar, se vio en las aguas como en un espejo. Su rostro era hermoso otra vez. Se atavió con los más bellos ropajes y, habiendo encendido una gran hoguera, en ella se arrojó. Mientras ardía se alzaban sus cenizas y las aves de ricos plumajes vinieron a ver cómo ardía: el petirrojo, el ave color de turquesa, el ave tornasol, el ave roja y azul, la de amarillo dorado, y mil aves preciosas más.
Cuando la hoguera cesó de arder, se alzó su corazón y hasta los cielos llegó. Allí se mudó en estrella, y esa estrella es el lucero del alba y del crepúsculo. Antes había bajado al reino de los muertos y, tras siete días de estar allí, subió mudado en astro.

Fuente:
Español. Lecturas. 6° Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 47.

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