La más bella
niña de nuestro lugar,
hoy viuda y sola
y ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice,
que escucha su mal:
—¡Dejadme llorar
orillas del mar!
En llorar conviertan
mis ojos, de hoy más,
el sabroso oficio
del dulce mirar;
pues que no se pueden
mejor ocupar,
yéndose a la guerra
quien era mi paz.
—¡Dejadme llorar
orillas del mar!
Dulce madre mía,
¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces,
viendo marchitar
los más verdes años
de su mocedad?
—¡Dejadme llorar
orillas del mar!
Español. Lecturas. 6° Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 94.
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