La primera tentativa de albergar a los atletas en el mismo lugar se remonta a los Juegos Olímpicos de 1924 en París, donde se puso a su disposición un campamento de barracas. Hubo que esperar hasta los Juegos de 1932 en Los Ángeles para que la primera villa olímpica viera la luz.
¿Cuál es la ventaja de estas villas? El atleta encuentra todas las comodidades, comercios, oficinas de correos, cines, centros culturales y, por supuesto, los restaurantes. Las necesidades de alimentación son enormes (1044 toneladas para los Juegos Olímpicos de Invierno de 1998 en Nagano). Los menús son variados con la finalidad de satisfacer los hábitos alimentarios de los atletas de los cinco continentes.
La villa está bajo una estricta vigilancia y únicamente pueden acceder las personas provistas de una acreditación especial. La seguridad de la villa olímpica de 1932 estuvo incluso asegurada, en parte, ¡por los cowboys que perseguían a los intrusos atrapándolos con su lazo!
La villa olímpica estaba inicialmente reservada a los hombres. Es a partir de los Juegos de 1956 en Melbourne en que las mujeres también pueden alojarse en ellas. Después de los Juegos, la villa olímpica adquiere otra función. Las casas son mayoritariamente reutilizadas y alquiladas.
Comité Olímpico Internacional, ¿Qué sabes de los Juegos Olímpicos?, p. 20 – 21.
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