Antes de la aparición de una normativa, existían algunas variantes en relación a los premios entregados a los vencedores. Por ejemplo, no había medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1896 en Atenas. El primero recibía una medalla de plata y el segundo una medalla de bronce. En 1900, los Juegos Olímpicos de París se celebran al mismo tiempo que la Exposición Universal. Los vencedores no recibían medallas, pero sí placas conmemorativas ¡o bien objetos de arte! Fue a partir de los Juegos de 1908 en Londres que las medallas pasan a considerarse oficiales.
Las medallas de los Juegos de la Olimpiada deben corresponderse con las normas establecidas por el COI. De 1928 al 2000 la medalla prácticamente no cambió: Nike, divinidad que personifica la Victoria, figura sistemáticamente en el anverso. A partir de 2004 esta imagen de la Victoria es modificada y adquiere la forma de una figura alada, y en el reverso, el antiguo estadio de Atenas.
Las medallas de los Juegos de Invierno no estaban sujetas a las mismas normas. Los organizadores son libres de proponer un modelo distinto en cada edición de los Juegos. Estas medallas son una prueba de fantasía y de audacia, integrando incluso materiales como el cristal, el granito o ¡los esmaltes!
Utilizado para la entrega de medallas, el podio hace su aparición en los Juegos Olímpicos de invierno de 1932 en Lake Placid.
La entrega de medallas es un momento rico en emociones. Si el tiempo
encima del podio puede parecer breve comparado en el camino recorrido por el
atleta para llegar, la admiración del público prolonga la gloria de los héroes
y le aporta, quizás, su más hermosa recompensa.
Comité Olímpico Internacional, ¿Qué sabes de los Juegos Olímpicos?, p. 22 – 23.
Comentarios
Publicar un comentario
Si deseas comentar dentro de la línea del respeto, eres bienvenido para expresarte