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La Conquista, la colonización y el Virreinato en el Estado de México

Mientras en el Estado de México se desarrollaba la civilización mesoamericana y el grupo mexica había logrado extender su dominio sobre casi todas las poblaciones del centro y sur de lo que ahora es México, en Europa se emprendían varios intentos por llegar al lejano Oriente con el fin de traer especias, seda y otros productos muy valiosos.

En una de esas travesías, hacia 1492, los navegantes arribaron, sin saberlo, a nuestro continente; poco a poco se adentraron y se fueron dando cuenta de que se trataba de tierras de las cuales no tenían conocimiento. Asimismo, la población nativa se fue familiarizando con los europeos, advirtiendo sus diferencias en la forma de vivir y pensar. 

Este encuentro fue muy violento, pues los españoles aprovecharon la división que existía entre los mesoamericanos para conquistarlos, motivados por la obtención de riquezas, dominio político y el afán religioso de difundir el cristianismo. 

Mesoamérica estaba poblada por alrededor de 25 millones de personas y muchas poblaciones tenían como enemigos a los mexicas, quienes los habían sometido y les cobraban cuantiosos tributos, por ello se aliaron con los españoles y juntos derrotaron a los mexicas. 

La guerra de Conquista, entre 1519 y 1521, tuvo varias etapas. En la primera, desde Veracruz, Hernán Cortés decidió adentrarse en el territorio y dirigirse a México – Tenochtitlán, capital de los mexicas; en su ruta hizo diferentes alianzas con diferentes grupos y, por ello, su ejército se volvió más grande (de miles de guerreros), pues los españoles eran un contingente muy reducido (cerca de 600). 

En la segunda etapa, los españoles y sus aliados llegaron a Tenochtitlan, donde fueron recibidos en paz, pero apresaron a Moctezuma, gobernante de los mexicas, y cometieron actos que motivaron la guerra; entonces, los españoles tuvieron que huir de la ciudad y casi fueron derrotados. Fueron perseguidos hasta Otumba por los mexicas, así como por sus aliados otomíes de Jilotepec, Cuauhtlalpan, Cuauhtitlán y Xaltocan. 

En la tercera etapa de la guerra, los españoles fueron apoyados por sus aliados indígenas y prepararon el ataque contra Tenochtitlán; sometieron a los aliados de los mexicas, entre ellos los pueblos nahuas y otomíes del valle de Toluca y, finalmente, tomaron la ciudad el 13 de Agosto de 1521. En esta etapa, la propagación de la viruela, enfermedad traída por los españoles, hasta entonces desconocida en nuestro continente, debilitó la resistencia indígena. 

Esta guerra se repitió en los meses y años siguientes con otras poblaciones. Al final, los pueblos nativos perdieron su autonomía, entraron en un nuevo régimen de gobierno y comenzaron un proceso de transformación en distintos aspectos de su vida. 

Sobre las ruinas de la capital mexica se fundó la Ciudad de México, la cual concentró el gobierno español del territorio dominado, es decir, el que habían conquistado los mexicas y otros grupos como yopis, purépechas, tlaxcaltecas, mayas, entre otros. Dicho territorio, sin límites precisos, recibió el nombre de Reino de Nueva España. 

Tras la Conquista vino el periodo de la colonización el afianzamiento del gobierno español. Una parte fundamental fue la evangelización de la población nativa por parte de frailes de distintas órdenes religiosas: franciscanos, agustinos y dominicos, principalmente. 

Orden religiosa

Conventos fundados en el Estado de México durante los siglos XVI y XVII

Los franciscanos

Acambay, Aculco, Amanalco de Becerra, Atenco, Calimaya, Coatlinchan, Cuautitlán, Chalco Atenco, Chiautla, Ecatepec de Morelos, Huexotla, Jilotepec, Metepec, Otumba, Ozumba, Tecaxic, Temamatla, Teotihuacan, Texcoco, Tlalmanalco, Tlalnepantla, Tulantongo, Toluca y Zinacantepec.

Los dominicos

Amecameca, Chalco, Chimalhuacán – Atenco, Chimalhuacán – Chalco, Tenango del Aire, Juchitepec de Riva Palacio, Ecatzingo de Hidalgo, Ixtapalucan y Tepetlaoxtoc.

Los agustinos

Acolman, Malinalco, Ocuilan, Capulhuac y Zacualpan, las parroquias de Ayotzingo y Tecámac.

Los frailes hicieron una labor de cristianización y cambio de hábitos de la población. Con mano de obra indígena se construyeron iglesias y conventos cercanos a las zonas que tenían mayor población y las localidades adoptaron un santo patrón, que se incorporó al nombre de la población, por ejemplo, San Miguel Zinacantepec, San Mateo Atenco, entre otros. 

En su afán religioso, algunos frailes y clérigos destacaron por diferentes motivos, por ejemplo, fray Juan de Zumárraga, por perseguir y castigar la práctica de la religión nativa; Vasco de Quiroga, por defender a los indígenas del abuso español, y fray Bernardino de Sahagún, por el conocimiento que logró de la cultura náhuatl. 

Ante el problema de administrar y gobernar los nuevos territorios, los españoles decidieron aprovechar la estructura política prehispánica, es decir, reconocieron las antiguas ciudades prehispánicas y a sus habitantes (que se conocían en náhuatl como altépetl), con el nombre de “pueblo de indios”, y a sus gobernantes o tlatoanis los nombraron “caciques”. Estos personajes siguieron organizando el trabajo colectivo y la recaudación del tributo, pero ahora destinado al rey español. 

A principio del periodo virreinal el rey cedió el tributo de los pueblos de indios a algunos soldados españoles, en pago por sus servicios en la conquista, a esta práctica se le denominó encomienda. Casi todos los pueblos tuvieron como autoridades al caciques, al encomendero y a los religiosos. Además, para cuestiones de justicia, los pueblos de indios tuvieron como autoridad al corregidor. 

A partir de dichas autoridades, los pueblos de indios llevaron a cabo negociaciones y acuerdos para sobrevivir y tratar de prosperar en el mundo virreinal. 

Había pueblos más chicos que estaban sujetos a los pueblos principales, llamados cabeceras; por ejemplo, el pueblo de Cuautitlán era una cabecera de la que dependían los pueblos sujetos de Coyotepec, Huehuetoca, Teoloyucan y Toltepec. En otro caso, la cabecera de Tlalmanalco sujetaba a los pueblos de Chalco Atenco, Contla, Cuauhtlalpa y Temamatla. 

Los españoles fundaron nuevas ciudades y villas, cerca de los pueblos de indios, para tener trabajadores a su servicio; estos nuevos asentamientos tenían en su centro la iglesia, el palacio de gobierno, la plaza y el mercado, y alrededor de esta zona calles y casas. Al fundarse una ciudad se establecía el ayuntamiento y su cuerpo de gobierno local, el cabildo. Para atender las cuestiones de justicia de la población española existió el alcalde mayor. 

El gobierno español estuvo representando en los primeros años por Hernán Cortés, capitán general y gobernador de Nueva España; y brevemente por Alonso de Estrada, otro gobernador. Después, el rey de España gobernó por medio de la Real Audiencia (un consejo de gobierno), de la cual hubo dos entre 1529 y 1535. Finalmente, en este último año, el rey nombró a Antonio de Mendoza como virrey de Nueva España, fue el primero de una serie de virreyes que se interrumpiría hasta la consumación de la independencia, tres siglos después. 

La economía virreinal tuvo como base el trabajo indígena, desarrollado en la agricultura, la ganadería, la minería y las obras y edificios públicos en villas y ciudades. Las condiciones de trabajo eran difíciles, especialmente en las minas, donde muchos perdían la vida, como en Sultepec, Temascaltepec y Zacualpan. 

La población disminuyó y esto fue más grave hacia el final del siglo XVI debido a varias epidemias de viruela, tifoidea y otras nuevas enfermedades que no existían en América. Para esta época sólo quedaba una décima parte de la población indígena existente cuando recién habían llegado los españoles. 

Ante esta situación, la Corona española instituyó leyes para la protección de los indígenas y mandó hacer congregaciones, es decir, ordenó que se juntara en un solo lugar a los sobrevivientes dispersos para facilitar la entrega de los tributos y la obediencia de las normas religiosas. 

Ante la despoblación indígena, los españoles aprovecharon para extenderse sobre las tierras no ocupadas y desarrollar la ganadería, o distintos cultivos (trigo, maíz y fruta). 

Cuando la población nativa se comenzó a recuperar, hacia 1650, crecieron los conflictos por la tierra con los españoles y otros pueblos de indios. En esta situación los indígenas elaboraron títulos primordiales y códices Techialoyan, documentos en los cuales recuperaron su memoria histórica y los límites de sus territorio.

Fuente:
Generación 2014. La entidad donde vivo. México, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 82 – 89. 
App CONALITEG Digital. Generación 2014. La entidad donde vivo. México.

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