Cuando un Adán y Eva triunfan plenamente en su misión conjunta planetaria como elevadores biológicos, comparten el destino de los habitantes de su mundo. Cuando dicho mundo se establece en las etapas avanzadas de luz y vida, a estos fieles Hijos e Hijas Materiales les es permitido renunciar a todo deber administrativo planetario, y después de ser así liberados de la aventura descendente, se les permite registrarse como Hijos Materiales perfeccionados en los registros del universo local. Del mismo modo, cuando se demora demasiado la asignación planetaria, los Hijos Materiales de estado estacionario, los ciudadanos de los sistemas locales, pueden retirarse de las actividades de sus esferas de estado, y similarmente registrarse como Hijos Materiales perfeccionados. Después de estas formalidades dichos Adanes y Evas liberados se acreditan como Hijos de Dios ascendentes y pueden comenzar inmediatamente el largo viaje a Havona y al Paraíso, comenzando en el punto exacto de su estado presente y logro espiritual en ese momento. Realizan este viaje en compañía de los Hijos mortales y otros Hijos ascendentes, continuando hasta haber hallado a Dios y haber logrado el Cuerpo de la Finalidad Mortal en el servicio eterno de las Deidades del Paraíso.
Fuente:
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 487.

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