Decameron.
Giovanni
Boccaccio, 1353
Además de una colección de cuentos morales y eróticos, el clásico de Boccaccio es sobre todo la historia de un confinamiento. El de siete mujeres y tres hombres, todos ellos muy jóvenes, que se recluyen en una villa en las afueras de Florencia para protegerse de la peste bubónica que asoló la ciudad en 1348. La novela sobre el amor y la muerte se ha convertido en Italia en el símbolo del enclaustramiento obligatorio.
Cuentos
de Canterbury.
Geoffrey
Chaucer, 1387
Los cuentos de Canterbury (Tales of Caunterbury) es una colección de veinticuatro cuentos escritos en inglés medio por el escritor inglés Geoffrey Chaucer entre 1387 y 1400. Fueron escritos en su mayoría en verso, aunque hay dos en prosa, y son presentados como parte de una competencia de narración de historias de un grupo de peregrinos durante un viaje de Londres a Canterbury para visitar el santuario de Tomás Becket en la catedral de dicha ciudad. El premio es una comida en la taberna Tabard de Southwark a su regreso. Los cuentos presentan una estructura semejante a El Decamerón de Boccaccio.
Como nota
curiosa, en el cómic de 1992, A Gotham Tale, Batman lo utiliza como referencia para
retar al personaje antagónico a contar la mejor historia, con la recompensa de
salvar la vida porque estaban encerrados dentro de la bóveda de un banco, sin
suficiente aire para tres personas. Por cierto, los dos ejemplares de que se
compone la historia, tienen portadas hechas con fotografía de escenarios y personajes
creados con plastilina.
Los
novios.
Alessandro
Manzoni, 1827
En dos
capítulos de esta novela de amores contrariados, Manzoni retrata con todo lujo
de detalle y una clara intención de crítica social la epidemia de peste en el
Milán de 1630. Para los medios italianos, que están contemplando la obra con
ojos contemporáneos, la lección que encierra Los novios es la del
característico desprecio de la población a sus dirigentes políticos, tan mediterráneo,
lo que se concreta en un descrédito que les lleva a no tomar medidas para
contener la plaga.
La
máscara de la muerte roja.
Edgar Allan
Poe, 1848
Este
famoso cuento de terror es una variación de las célebres danzas de la muerte
medievales. En el relato, un grupo de aristócratas creen que pueden burlar a la
muerte encerrándose en un castillo a disfrutar de placeres y bacanales mientras
a su alrededor la plaga de la muerte roja (una variante sangrienta de la peste
negra) hace de sus suyas. ¿Adivinan el final? La muerte no entiende de clases sociales.
Una excelente parábola del carácter democrático de las pandemias.
La
montaña mágica.
Thomas
Mann, 1924
A la
tuberculosis se la llamó la peste blanca. Si hay una novela que sea un emblema
de la enfermedad es la obra maestra de Thomas Mann, que sitúa en un balneario a
su protagonista Hans Castorp, en el habitual tratamiento de cura climática que
se utilizó hasta mediados del siglo pasado. La sensación de un presente
dilatado en el tiempo y de situarte fuera del mundo en esas circunstancias
adquiere en la obra un carácter trascendente. La gran novela del Nobel alemán
puede complementarse con la lectura de su relato Muerte en Venecia, cuyo
trasfondo es una epidemia del cólera en la ciudad de los canales dibujado con
tintes grotescos.
La peste.
Albert
Camus, 1947
No es
exactamente una novela sobre la plaga, sino más bien una alegoría en la que se
han querido ver varias interpretaciones: cómo en un mundo sin Dios y cuando
azota una catástrofe colectiva el único valor es la solidaridad; cómo el Estado
se convierte en un órgano represor que con la intención de salvar al individuo
reduce las libertades, o bien una metáfora sobre la ocupación nazi de Francia
durante la segunda guerra mundial. Como curiosidad, Jean-Paul Sartre escribió
tres años antes Tifus, un guion no filmado sobre cómo se abate la enfermedad en
una colonia de Malasia.
El húsar
en el tejado.
Jean
Giono, 1951
En 1838,
una epidemia de cólera arrasa la Provenza francesa. Angelo, el húsar protagonista,
un italiano que intenta regresar a su país natal, recorre esas tierras del sur
que adquieren en la hermosa prosa de Giono un aire de pesadilla. A su paso, la
gente, obligada a estar confinada en sus casas, huye arrastrada por el miedo
mientras el ejército les persigue y él se ve acusado en un pueblo de haber
envenenado las aguas de la fuente.
El amor
en los tiempos del cólera.
Gabriel
García Márquez, 1985
Una de las
grandes novelas, es esta historia de amor en escenario pandémico. En realidad a
Gabo, hijo de un boticario amante de la homeopatía, no le interesa demasiado
retratar la plaga en su cruda realidad científica sino más bien como un
contrapunto del mal de amores que sufren los protagonistas, Florentino Ariza y
Paulina Daza, que son separados por imposiciones familiares. En esta historia
el autor quiso hacer un homenaje a sus padres quienes también tuvieron que
luchar contra la oposición de los padres de ella.
Ensayo
sobre la ceguera.
José
Saramago, 1995
Como en
el caso de Poe, Saramago inventa aquí una enfermedad, la ceguera blanca una
enfermedad que está atacando a toda la población excepto a la protagonista, la
mujer de un médico que narra el cataclismo y no se ahorra la crítica a cómo la
humanidad azuzada por el ejército se precipita al caos.
Peste
& Cólera.
Patrick
Deville, 2014
Una
excelente novela que sigue a Alexander Yersin, un suizo discípulo de Louis
Pasteur aventurero y viajero que descubrió el bacilo de la peste durante la
gran epidemia de Hong Kong en 1894. Pese a sus hallazgos, hoy es un ilustre
desconocido para el gran público. La novela explica también como la primera
guerra mundial derribó las esperanzas que el mundo tenía por entonces en el
futuro de la ciencia.
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