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La ciencia de los celos. Celos perros

Si bien “es humano tener celos”, éstos no son exclusivos de nuestra especie. A nadie (espero) extrañaría que chimpancés, bonobos y otros “parientes cercanos” estuvieran de vez en cuando aquejados por los celos, dado que, al igual que nosotros (aunque no tengan Facebook o alguna otra red social), sus vidas forman parte de las redes sociales que cambian con frecuencia; quizá no sufran tanto como un filósofo, pero de que sufren, sufren. ¿Y en especies algo más lejanas como los perros?

La ciencia de los celos. Cómo “se miden” los celos

Tal vez más de uno se pregunte cómo los científicos estudian los celos: ¿Diseñan experimentos en los que le piden a un voluntario que despierte los celos de su pareja, mientras observan con cámaras y micrófonos la reacción del otro? Considerando las consecuencias negativas de un ataque de celos (que pueden desembocar en violencia o en la ruina de una relación), un estudio de este tipo no sería nada ético.

La ciencia de los celos. Celos inmaduros, celos añejos

“Me traen tristeza, me causan dolor.
Celos, ¿Cuándo se irán?
Tengo que conservar mi mente posesiva,
que me convirtió en un tipo celoso.”
“Jealousy”, Queen

La ciencia de los celos. Celos rabiosos

“La rabia de los celos es tan fuerte que fuerza a cualquier destino”
Miguel de Cervantes Saavedra

Entre los estudiosos del comportamiento humano (psicólogos, antropólogos, sociólogos y biólogos) los celos son considerados como una mezcla compleja e involuntaria de pensamientos, emociones y acciones que nacen cuando el celoso percibe (con motivo o no) que la calidad de su relación con alguien está amenazada por la presencia de un tercero. No es indispensable una relación romántica para que alguien padezca de celos y otro sufra (incluso de forma física) por culpa de ellos, como puede atestiguar el triángulo bíblico amoroso que se dio entre Dios, Caín y Abel.

La ciencia de los celos

“El celoso no es celoso por lo que ve, con lo que se imagina, basta”
Jacinto Benavente.

Se dice que los celos “son una señal de inseguridad”, pero, ¿Qué demuestra la Biología al respecto? He aquí algunas reflexiones con base en la evidencia que se conoce hasta el momento.

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