La ciencia de los celos. Celos rabiosos

“La rabia de los celos es tan fuerte que fuerza a cualquier destino”
Miguel de Cervantes Saavedra

Entre los estudiosos del comportamiento humano (psicólogos, antropólogos, sociólogos y biólogos) los celos son considerados como una mezcla compleja e involuntaria de pensamientos, emociones y acciones que nacen cuando el celoso percibe (con motivo o no) que la calidad de su relación con alguien está amenazada por la presencia de un tercero. No es indispensable una relación romántica para que alguien padezca de celos y otro sufra (incluso de forma física) por culpa de ellos, como puede atestiguar el triángulo bíblico amoroso que se dio entre Dios, Caín y Abel.

Los dos hermanos más célebres de la Biblia también nos permiten ejemplificar cómo, si bien los celos pueden experimentarse como un amasijo compuesto de ira, miedo y tristeza, es su expresión externa (que incluye llorar como Magdalena, acosar al objeto de nuestro afecto y tomar represalias que, en el extremo, pueden llegar a casos como el de Caín) la que debe preocuparnos.

Aunque la naturaleza destructiva de los celos es de todos conocida, y a pesar de que la mayoría de las investigaciones se han enfocado al estudio de los celos como parte de las relaciones románticas (sexuales o no), diversos trabajos han mostrado que esta emoción está involucrada en un rango bastante amplio de relaciones interpersonales y que no son menores los posibles beneficios que puede obtener quien los experimenta.

Los psicólogos evolutivos (que intentan explicar por qué nos comportamos de cierta forma con base en la teoría de la selección natural de Darwin), consideran que los celos existen en nuestra especie porque “nos ayudan a sobrevivir”: “gracias a ellos hacemos lo necesario” para proteger nuestra relación y hasta puede proveernos (repito: desde el punto de vista evolutivo) de importantes beneficios, tanto emocionales como materiales.

Los celos “nos dicen (en susurros o de plano a viva voz) que debemos evitar que posibles usurpadores puedan debilitar o romper esa relación benéfica, pues las posibles consecuencias podrían ser fatales para nosotros o para nuestra descendencia. En este sentido, los científicos concuerdan con el escritor Francois de La Rochefoucauld, cuando afirmó: “En cierto modo los celos son algo justo y razonable, puesto que tienden a conservar un bien que nos pertenece o que creemos que nos pertenece…”


Fuente:
Por Luis Javier Plata Rosas en Revista Algarabía No. 125 Febrero 2015, p. 48 – 49. 








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