Banqueros: el nuevo oficio de la Edad Media




En el siglo XII Europa vivía un momento de auge del comercio. Las ciudades florecía, los caminos se poblaban. Junto a los modestos mercados locales surgían las grandes ferias, crecían los intercambios a larga distancia. Embarcaciones variadas, de distintos tonelajes, surcaban ríos y mares. Viajeros de diversa índole, muchos de ellos peregrinos, alimentaban este ir y venir de gentes, entre las que destacaban los mercaderes. Las grandes ferias de Champaña, las ciudades italianas, las urbes flamencas y los mercados castellanos eran sus principales puntos de destino. Pero las monedas de metal, que constituían el medio de pago, atraían a los piratas y ladrones y eran difíciles de transportar. De ahí surgen los bancos y, por tanto, los banqueros.

¿Cómo definir a un banquero medieval? Si entendemos a un banquero como sinónimo de prestamista, estos existían desde épocas tempranas, en momentos de necesidad, campesinos, artesanos y nobles acudían a determinados personajes, muchos de ellos judíos, dejando en garantía alguna prenda. Pero los individuos que se dedicaban a este tipo de negocios no eran banqueros. Para calificarse así deberían realizar transacciones en las que sólo mediase el dinero o recibir algún tipo de beneficio monetario.

Más cerca de esto se encontraban los orfebres, artesanos y comerciantes de oro que iban a las ferias provistos de cajas fuertes en las que en ocasiones los mercaderes guardaban sus beneficios a cambio de pagar una cuota por el servicios de custodia. En ese momento los orfebres actuaban como banqueros, porque custodiaban el dinero ajeno. Sin embargo, tampoco ellos los convertía en banqueros. La banca surgió en las ferias y mercados medievales, pero tomando como base otro oficio: el de cambista.

En la Edad Media la diversidad política del continente europeo se traducía en una gran variedad de monedas. Los comerciantes las ponían en circulación, y era necesario compararlas, establecer un sistema de correspondencias. Así surgieron los cambistas, individuos que determinaban el valor de las diferentes monedas, las cambiaban y comerciaban con metales preciosos. Establecidos en las grandes ferias, ante las mesas o bancos sobre los que realizaban sus operaciones, influían poderosamente en las fluctuaciones del valor del oro y la plata, aceptando depósitos, concedían préstamos y realizaban transferencias.

De los bancos sobre los que trabajaban tomaron el nombre de bancheri, palabra que aparece por primera vez en Génova a mediados del siglo XII. Adoptaron la letra de cambio, hasta entonces instrumento utilizado por los mercaderes para posponer los cobros de las mercancías, y la convirtieron en un verdadero instrumento de crédito. Al mismo tiempo, aumentaron sus beneficios, involucrándose en actividades financieras de importancia cada vez mayor, ofreciendo sus servicios a entidades eclesiásticas y seglares.


Fuente: Vive la Economía 1 (Progreso Editorial); National Geographic España #36, Febrero 2007.

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