Las premisas del materialismo histórico proponen que el primer hecho histórico es la producción de los medios indispensables para la satisfacción de las necesidades básicas del hombre (comer, beber, procrearse, etc.). Asegurar su misma existencia material será la condición que hace posible el despliegue de sus capacidades intelectuales, éticas, artísticas.
Este simple y decisivo hecho, reconocido y aceptado como afirmación aislada hasta por variantes de la ideología idealista, quedaba encubierto y relegado cuando se trataba de elaborar las grandes respuestas acerca del “sentido” de la vida, de la historia humana. Para Marx, la clave de interpretación del proceso histórico estará, justamente, en el desarrollo consecuente de esta premisa.
Para poder producir y reproducir su vida material los hombres no entablan una relación de trabajo individual y directa sobre su naturaleza, sino a través de las relaciones sociales de producción que contraen entre sí. Este sistema de relaciones de producción no se crea por un mero acto de voluntad del hombre, y se rige por leyes propias, independientemente del conocimiento o desconocimiento que tengan de ella los agentes de producción que la constituyen. El hombre se incorpora a relaciones sociales que lo preexisten y lo condicionan, y que se rigen por las leyes mismas de su estructura, por ejemplo, en el capitalismo, la extracción de la plusvalía y sus efectos: acumulación del capital por un lado y pobreza creciente de la clase obrera por el otro.
Lo que supone la objetividad de la dinámica de la estructura social en cuestión y la consiguiente posibilidad de un conocimiento científico de ella que reconstruya sus leyes de funcionamiento y posibilite así la acción efectiva de las clases oprimidas en su intento de transformación práctica de las relaciones sociales a que están sometidas. Toda relación subjetiva de los hombres entre sí, se da desde el terreno de su ubicación objetiva en la estructura social y no a través de sus “conciencias” en general, sino de un pensamiento que, al tiempo que es producido por el hombre como ser social, se manifiesta bajo la forma material de los lenguajes.
La estructura económica de la sociedad se jerarquiza por todo lo dicho como el nivel determinante en última instancia de la dinámica global formación económica y social.
Pero esto no supone negar la eficacia propia de los niveles llamados superestructurales: el sistema jurídico – político y las formas de “conciencia social” (filosofía, arte, religión). En este sentido, y articulados internamente con el rol del nivel económico, se da la acción específica de:
- El poder político, nudo central de la superestructura, que está condicionado por la estructura económica (las clases económicamente dominantes son las políticas dominantes), sin embargo, su detentación garantiza el mantenimiento o cambio revolucionario de las mismas relaciones económicas de producción.
- De las formas de “conciencia social” que, en tanto que funcionan como ideologías de clase, posibilitaban el logro de la hegemonía política de una clase sobre la sociedad en su conjunto.
- El objeto de la ciencia del materialismo histórico es la “formación económico – social” sus leyes de funcionamiento y transformación, supone entonces la articulación compleja de diferentes niveles (estructura y superestructura) cada uno con relativa independencia y eficacia propia respecto de los otros. En las diferentes “formaciones económico – sociales” en que históricamente se da la propiedad privada sobre los medios de producción (esclavista, feudal, asiático, capitalista y socialista) sus diferentes niveles estarán articulados a partir de su principal motor fundamental: la lucha de clases.
Fuente: Vive la Economía 1 (Progreso Editorial).
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