Creeríase que la población,
después de recorrer el valle,
perdió la razón
y se trazó una sola calle.
Y así bajo la cordillera
se apostó febrilmente como la primavera.
Sus mujeres y sus flores
hablan el dialecto de los colores,
y el riachuelo que corre como un caballo,
arrastra las gallinas en febrero y mayo.
Pasan por la acera
lo mismo el cura, que la vaca y que la luz
postrera.
Aquí no suceden cosas
de mayor trascendencia que las rosas.
Como amenaza lluvia,
se ha vuelto morena la tarde que era rubia.
Parece que la brisa
estrena un perfume y nuevo giro.
Un cantar me despliega una sonrisa
y me hunde un suspiro.
Fuente: SEP. Español. Quinto Grado. Lecturas (1972).
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