Las preferencias del consumidor se representan no sólo por una curva de indiferencia aislada, sino por múltiples curvas que, conforme más se eleven, brindarían mayor satisfacción al individuo, pues representan combinaciones en que la cantidad de bienes y servicios incluidos en la canasta de consumo serán también mayores. Por ello, el individuo preferirá aquellas curvas de indiferencia que se encuentren más alejadas de los ejes, pues la curva C le brindará un mayor número de satisfactores más elevado que las curvas A y B.
Así como las preferencias condicionan la conducta del consumidor, así también un punto determinante lo constituyen las restricciones presupuestales, es decir, la elección del consumidor no se basa de manera exclusiva en dichas preferencias, sino que también se debe tomar en cuenta el presupuesto con el que dispone. El presupuesto con el que cuenta todo individuo es limitado, y por esta condición determinará los ingresos de que disponga, así como el nivel de utilidad al que pueda acceder.
Tomando en cuenta estas limitaciones en los ingresos, y retomando el supuesto de que las decisiones del consumidor se sustenta en dos tipos de bienes, basados en el precio de dichos bienes, se pueden plantear todas las combinaciones posibles de dichos bienes, cuyo costo sea similar a los ingresos del consumidor. La resultante es denominada recta de restricción presupuestal.
Si la recta de restricción presupuestaria presenta las combinaciones posibles de ambos satisfactores que pueden ser adquiridos con el presupuesto disponible, entonces todas las curvas de indiferencia que sean tangentes o se encuentren por debajo de dicha restricción presupuestal podrán ser elegidas por el consumidor. Si integramos la recta de restricción presupuestal y las curvas de indiferencias previamente determinadas, podemos identificar de manera gráfica cuál de éstas podrá elegir el consumidor. Sin embargo, aun cuando es posible determinar que la curva de indiferencia A es la única que puede ser alcanzada por la recta de restricción presupuestal, falta definir cuál será la combinación de bienes que elegirá el consumidor. Dicha combinación estará determinada por el punto tangencial entre ambas curvas, identificado como x cualquier otro punto de la curva de indiferencia, aunque presente un nivel de utilidad similar para el consumidor, no podrá ser elegido por éste, pues se encuentra por encima de sus restricciones presupuestales. En caso de que los ingresos del consumidor se eleven. La recta de restricción presupuestal se desplazará hacia la derecha, permitiendo al consumidor acceder a niveles de satisfacción y utilidad mayores.
Podemos apreciar que, con este nuevo nivel de ingresos, la recta de restricción presupuestal en efecto se desplaza a la derecha, interseca en el punto z a la curva de indiferencia A, y en el punto y a la curva de indiferencia B, los cuales serían sus dos puntos potenciales de elección. Pero, ¿Por cual se inclinará el consumidor? Su elección óptima debe ser y, pues todas las combinaciones de la curva B representa niveles de satisfacción mayor que los de la curva precedente y es importante tener presente que el consumidor buscara mediante sus elecciones la maximización de su utilidad.
Otro elemento que definirá la conducta del consumidor es la variación del precio de los bienes que satisfacen sus necesidades. Un aumento en el precio de un bien modificará su precio relativo con relación a otros bienes sustitutos y modificaría la pendiente de la recta de restricción presupuestal. El aumento en el precio del producto traslada la recta presupuestal de RP1 a RP2, provocando que en lugar de intersecar la curva de indiferencia B (en el punto y), lo haga con la curva de indiferencia A (en el punto w), que representa una cantidad menor de bienes consumidos y una disminución en los niveles de satisfacción y utilidad del consumidor.
Esto se origina por el denominado efecto renta, derivado del aumento en el precio de un bien, pues dicho incremento norma el poder adquisitivo de los ingresos disponibles del consumidor, quien compensa esta pérdida disminuyendo las cantidades consumidas, tanto del bien que se aumentó de precio como de los otros bienes.
Otra conducta que el consumidor puede asumir, para compensar el aumento de precios de un producto es recurrir a productos sustitutos y, de esta manera, no castigar el consumo de aquellos bienes que no aumentaron de precio, e incluso estar en la posibilidad de aumentar su disposición. Para expresarlo de manera gráfica, supongamos que la recta RPS representa la nueva recta de restricción presupuestal que contempla el aprovechamiento en la variación de los precios relativos de los bienes con relación a sus sustitutos.
Por medio del efecto sustitución, se logra mantener la elección óptima del consumidor en la misma curva de indiferencia original, es decir, no se sacrifica el nivel de utilidad obtenido. Al pasar del punto y al punto v, si bien disminuye el consumo de los bienes cuyo precio aumentó, se registra un aumento en la adquisición de los otros bienes destinados al consumidor.
Fuente: Vive la Economía 2 (Progreso Editorial).
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