Durante la Semifinal ante la Unión Soviética, los
peninsulares fueron dominados y mucho influyó la lesión a los cinco minutos de
Gianni Rivera, una de sus armas ofensivas. Fue Zoff el que tuvo que salvar a su
selección tras disparos de Anatoli Byshovets y Banishevski, Albert Schesternev
y Eduard Malofeev. El empate a cero se mantuvo tras la prórroga. Así, los
capitanes Giacinto Facchetti y Schesternev se dirigieron con el árbitro alemán
federal, Kurt Tschenscher, a los vestidores para realizar un lanzamiento de
moneda, el cual fue ganado por los locales. Tras conocer su suerte, los azzurri
se arrodillaron en el césped para agradecer y los 70 mil tifosi que abarrotaron
el San Paolo de Nápoles aclamaron al arquero que defendía los colores del club
local.
"Tan pronto como cayó la moneda, corrí a las escaleras para celebrar. El estadio estaba lleno y los aficionados necesitaban escuchar el resultado", dijo el célebre Facchetti.
En la otra Semifinal, Yugoslavia venció a Inglaterra, entonces Campeona del Mundo, gracias a un remate de Dragan Dzajic que fulminó a Cordón Banks a cuatro minutos del final. Con ello, los yugoslavos se instalaron en su segunda Final, de tres posibles, pues habían caído en la de la primera edición en Francia 1960 ante la URSS.
Previo a la Final, Ferruccio Valcareggi, técnico italiano, mostró temor por Yugoslavia: "Tiene un equipo brillantísimo que practica un fútbol vivo y pujante. Posee delanteros extremadamente móviles y eficaces. Hubiera preferido a Inglaterra". Rajko Mitic, su colega balcánico, demostró confianza: "Afrontaremos la Final sin la menor aprensión, Italia no me impresionó. Creo que nuestras posibilidades de ganar son muchas".
En el Olímpico de Roma, ambas selecciones se presentaron sin sus estrellas: Ni Rivera, por parte de Italia, ni Ivica Osim, por los balcánicos. Tras 120 minutos de juego, empataron a un gol. Por ello, se determinó jugar un partido de desempate 48 horas después.
Italia cambió cinco jugadores y le funcionó la estrategia para romper el cerco yugoslavo con dos puntas de lanza, el debutante Pietro Anastasi y Luigi Riva. Al silbatazo final, los aficionados encendieron miles de antorchas y fuegos artificiales en las gradas, para festejar el primer título de su selección en 30 años, luego de que en 1938 obtuviera su segunda Copa del Mundo.
La figura. Dino Zoff.
El portero de entonces 26 años de edad fue
esencial en la consecución del título europeo de 1968. Luego de hacer su debut
absoluto con Italia en los Cuartos de Final ante Bulgaria, el guardameta fue la
figura de la Semifinal ante la Unión Soviética, pues realizó atajadas
importantes para mantener el cero en el estadio San Paolo de su entonces club,
el Nápoles. Dicho partido terminó empatado sin goles y finalmente se decidió a
favor de su selección con el lanzamiento de una moneda. En la Final, fue batido
en una ocasión y el partido terminó igualado a uno ante Yugoslavia, pero dos
días después, en el desempate, nuevamente mantuvo imbatible su marco para que
Italia se coronara con un 2-0.
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