Esopo – El adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio.
De
repente se le acercó un quídam, anunciándole que las puertas de su casa estaban
abiertas y que habían robado todo lo que había en su interior. Levantóse de un
salto y corrió, desencajado y suspirando, para ver lo que había sucedido. Uno
de los que allí se encontraban, viéndole correr, le dijo:
-Oye,
amigo: tú que te picas de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has
previsto lo que te sucedería a ti?
Moraleja:
Siempre hay personas que pretenden dirigir lo que no les corresponde, pero no
pueden manejar sus propios asuntos.
Fuente:
https://es.wikisource.org/wiki/El_abeto_y_el_espino
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