España 1982. Aún sin spaghetti

Varios hechos curiosos circundaron la justa española, como la invasión del jeque kuwaití a la cancha, el tongo entre Austria y Alemania y la expulsión de Maradona. 

Ni las amenazas terroristas de la ETA, ni el conflicto bélico del Atlántico sur por las Islas Malvinas, en el que se encontraban inmiscuidos Argentina e Inglaterra, impidieron que se llevara a cabo la XII edición de la Copa del Mundo de España 1982, que por primera ocasión en la historia de los Mundiales se jugó con 24 equipos. 

Además del triunfo de los italianos, quienes, al no poder ingresar su spaghetti por la aduana de Barcelona, padecieron por la comida a su llegada al país ibérico y el campeonato de goleo con seis tantos de Paolo Rossi, que regresaba de una sanción de dos años por estar involucrado en un escándalo de apuestas; el certamen se caracterizó, entre otras cosas, por la presentación en Mundiales de Diego Armando Maradona, figura que llegó como la máxima esperanza de los argentinos para conseguir el Bicampeonato. 

Sin embargo, el Pelusa terminó su participación expulsado por el árbitro mexicano Mario Rubio, abucheado y con lágrimas al ser derrotados por Brasil 3 – 1 en lo que fue la segunda fase de la competencia. 

“Fue una falta que todo el mundo vio, hasta el árbitro. Fue una agresión evidente. Había marcado una falta a favor de Argentina y en su desesperación Maradona le tiró un planchazo a un brasileño (Batista) y ahí vino la expulsión”, señaló el silbante, quien se convirtió en el primer nazareno mexicano en pitar dos partidos en un Mundial. 

Otro de los hechos bochornosos que mancharon la máxima justa del balompié internacional fue la actuación de Alemania Federal y Austria en la última jornada del Grupo B, que puso en tela la honestidad de ambos equipos. 

Las dos escuadras necesitaban una combinación de resultados para avanzar a la siguiente fase y dejar fuera a Argelia, de modo que con un gol tempranero, los alemanes se dedicaron a mantener la ventaja, mientras que los austriacos se concentraron en no aceptar más goles. La pasividad de los 22 jugadores en el terreno de juego despertó la ira de los aficionados, las banderas argelinas aparecieron en las tribunas y algunos espectadores intentaron brincarse al césped, donde la policía ya los esperaba para reprimirlos. Con el resultado, los dos países europeos avanzaron a la siguiente ronda. 

Asimismo, otro partido que levantó polémica fue el de Francia contra Kuwait donde la autoridad de un jeque kuwaití se impuso sobre la del colegiado. Los franceses ganaban 3 – 1 sobre los del golfo Pérsico, Alain Giresse recibió un pase y atacó por la banda izquierda, de pronto, los asiáticos se quedaron estáticos, mientras que el francés siguió su camino para marcar el cuarto gol, el árbitro señaló al centro de la cancha dando por buena la anotación. Los kuwaitíes se abalanzaron sobre el silbante y argumentaron que un silbato sonó detrás de su portería. Pero el hecho vergonzoso surgió cuando el jeque Fahid Al – Ahmad Al – Jaber Al – Sabah hizo la seña a sus jugadores de que abandonaran el campo; el hermano del emir de Kuwait descendió hasta el césped, y tras hablar con sus jugadores, se dirigió al de negro para convencerlo de que anulara el gol. El árbitro ruso Miroslav Stupar acató la orden del jeque, lo que le costó una suspensión de por vida por parte de la FIFA, mientras que la Asociación de Futbol de Kuwait fue multada con 25 mil francos suizos.


Fuente:
Por Agustín Elías en Récord Especiales, ‘Todo sobre Sudáfrica’, Ed. Notmusa, p. 98 – 99.

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