Azorín – El telescopio

Cuando yo pasaba por este largo salón con piso de madera en que resonaban mis pasos, levantaba la vista y miraba a través de las ventanas. Y entonces veía allá, a lo lejos, en la torrecilla que surgía sobre el tejado, la veleta que giraba, giraba incesantemente.

Unas veces marchaba lenta, suave; otras corría desesperada, vertiginosa. Y yo siempre la miraba, sintiendo en mi interior una profunda admiración, un poco inexplicable; esa veleta giraba sin parar sobre la ciudad… 

Esta torrecilla que he nombrado era el observatorio; en su cúpula había una hendidura que se abría y se cerraba, y por la que se asomaba, en las noches claras, un tubo misterioso y terrorífico. Todos nosotros sabíamos, nuestro padre nos lo había dicho, que tal tubo era un telescopio. 

Una noche de primavera subí. Lucían pálidamente las estrellas; se destacaba en el cielo claro la luna. Hacia ella dirigimos el tubo misterioso. Y entonces, en esta noche tranquila, yo sentí que por primera vez entraba en mi alma una ráfaga de honda poesía y de anhelo inefable.

Fuente:
Español. Lecturas. 6° Grado, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 23.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La recomendación del momento

La Relación de los Hijos Mayores con el Universo

El poder de un Micael Mayor es ilimitado porque deriva de la asociación experiencial con la Trinidad del Paraíso, es indisputable porque der...

Lo más popular de la semana