A medida que los registradores avanzan en el servicio universal, continúan su sistema de registro dual, poniendo de esta manera sus registros a disposición constante de todas las clases de seres, desde aquellos de las órdenes materiales hasta los altos espíritus de la luz. En vuestra experiencia de transición, a medida que ascendéis de este mundo material, siempre podréis consultar los registros de la historia y de las tradiciones de la esfera correspondiente a vuestro estado.
Los registradores son un cuerpo probado y comprobado. No he sabido jamás de la traición de un Registrador Celestial, y no se ha descubierto jamás una falsificación en sus registros. Están sujetos a una doble inspección, siendo sus registros estudiados por sus excelsos semejantes de Uversa y por los Mensajeros Poderosos, quienes certifican lo correcto de los duplicados cuasi físicos de los registros espirituales originales.
Aunque los registradores en avance estacionados en las esferas subordinadas de registro en los universos de Orvonton se cuentan en billones de billones, los de estado máximo alcanzado en Uversa no llegan a ser ocho millones. Estos registradores diplomados o decanos son los custodios superuniversales y los enviadores de los registros patrocinados del tiempo y del espacio. Su sede central permanente está en las moradas circulares que rodean la zona de registros en Uversa. No entregan jamás la custodia de estos registros a otros; como individuos pueden estar ausentes, pero nunca en grandes números.
Como los supernafines que se han vuelto Custodios de Registros, el cuerpo de los Registradores Celestiales es de asignación permanente. Una vez que un serafín y un supernafín han sido incorporados a estos servicios, permanecerán respectivamente como Registradores Celestiales y Custodios de Registros hasta el día de la nueva administración modificada por la plena personalización de Dios el Supremo.
En Uversa estos Registradores Celestiales decanos pueden mostrar registros de todo asunto de importancia cósmica en todo Orvonton desde los muy distantes tiempos de la llegada de los Ancianos de los Días; mientras que los Custodios de Registros de la Isla Eterna mantienen archivos de ese reino que atestiguan las transacciones del Paraíso desde los tiempos de la personificación del Espíritu Infinito.
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 309 – 310.
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