Al hablar de los Trascendentales estamos restringidos, no sólo por las limitaciones de la comprensión humana, sino también por los términos del mandato que rige estas revelaciones sobre las personalidades del Paraíso. Estos seres no están relacionados de manera alguna con la ascensión mortal a Havona. La vasta hueste de Trascendentales del Paraíso no tiene nada que ver con los asuntos ni de Havona ni de los siete superuniversos, ocupándose tan sólo de la superadministración de los asuntos del universo maestro.
Tú, siendo una criatura, puedes concebir un Creador, pero difícilmente puedes comprender que existe una enorme agregación diversificada de seres inteligentes que no son Creadores ni criaturas. Estos Trascendentales no crean ningún ser, tampoco fueron creados jamás. Al hablar de su origen, para evitar utilizar un nuevo término (una designación arbitraria y sin sentido) nos parece mejor decir que los Trascendentales simplemente se eventúan. El Absoluto de Deidad bien puede haberse ocupado de su origen y puede estar implicada en su destino, pero el Absoluto de Deidad actualmente no domina a estos seres singulares. Están sujetos a Dios el Último, y su actual residencia en el Paraíso es supervisada y dirigida en todos sus aspectos por la Trinidad.
Aunque todos los mortales que logran el Paraíso fraternizan frecuentemente con los Trascendentales así como lo hacen con los Ciudadanos del Paraíso, pasa que el primer contacto serio del hombre con un Trascendental ocurre en la ocasión pletórica en que, como miembro de un nuevo grupo de finalistas, el ascendente mortal está en el círculo de recepción de los finalistas en el momento en que el jefe de los Trascendentales administra el juramento eterno de la Trinidad; este jefe es el que preside a los Arquitectos del Universo Maestro.
Fuente:
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 388 – 389.
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