Aunque las órdenes de los Melquisedek están principalmente dedicadas al vasto sistema de instrucción y al régimen de capacitación experiencial del universo local, también actúan en asignaciones particulares y en circunstancias poco usuales. En un universo en desarrollo, que a la larga va a comprender aproximadamente diez millones de mundos habitados, muchas cosas fuera de lo ordinario están destinadas a ocurrir, y es en esas urgencias cuando actúan los Melquisedek. En Edentia, vuestra sede central de la constelación, se los conoce como los Hijos para casos de emergencia. Están siempre listos a servir en todas las exigencias — físicas, intelectuales, o espirituales— ya sea en un planeta, en un sistema, en una constelación, o en el universo. Dondequiera y cuandoquiera se requiere ayuda especial, allí encontraréis a uno o más de los Hijos Melquisedek.
Cuando algún aspecto del plan del Hijo Creador corre peligro, inmediatamente irá un Melquisedek a prestar ayuda. Ante una rebelión pecaminosa, poco frecuente, se les llama para que actúen ante ella, tal como la que ocurrió en Satania.
Los Melquisedek son los primeros en actuar en todas las emergencias de cualquier naturaleza en todos los mundos donde habitan criaturas volitivas. Actúan a veces como custodios temporales de planetas descarriados, sirviendo como síndicos de un gobierno planetario contumaz. En una crisis planetaria estos Hijos Melquisedek sirven en muchas calidades únicas. Es fácil para un Hijo de esta naturaleza hacerse visible a los seres mortales, y a veces un ser de esta orden ha llegado a encarnarse en semejanza de la carne mortal. Siete veces en Nebadon un Melquisedek ha servido en un mundo evolucionario en la similitud de la carne mortal, y en numerosas ocasiones estos Hijos han aparecido en semejanza de otras órdenes de criaturas del universo. Son, en efecto, los versátiles y voluntarios ministros de urgencia para todas las órdenes de inteligencias universales y para todos los mundos y sistemas de mundos.
El
Melquisedek que vivió en Urantia en los tiempos de Abraham fue conocido localmente
como el Príncipe de Salem porque presidió una pequeña colonia de buscadores de
la verdad residente en un lugar llamado Salem. Se presentó como voluntario para
encarnarse en semejanza de la carne mortal con la aprobación de los síndicos
Melquisedek del planeta, quienes temían que se extinguiese la luz de la vida
durante ese período de creciente oscuridad espiritual. Y él fomentó la verdad
de sus días, transmitiéndola incólume a Abraham y a sus asociados.
Fundación Urantia, “El libro de Urantia”, p. 428.

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