Una de las reglas de oro que debemos seguir al diseñar la interfaz del usuario es la de "haz todo lo posible para simplificar la interfaz, pero sin eliminar nada que sea necesario para el jugador". La información debería ser fácilmente localizable dentro del Heads Up Display (HUD) –una capa que se pone delante de la pantalla de acción que contiene los datos–, o bien debería ser rápidamente accesible por el usuario en cualquier momento que necesite disponer de ella.
Por otro lado, los controles del juego deben estar pensados para ser intuitivos y fáciles en la mayoría de ocasiones. Debemos evitar (o reducir al máximo) usar combinaciones de botones o teclas que requieran de "esfuerzos físicos desproporcionados" (por ejemplo, pulsar tres botones mientras se mueve un joystick y se gira el otro). También es importante conocer cómo funciona la interacción en otros juegos del mismo género, ya que un jugador se adapta mucho más rápido si un botón realiza la misma función en dos juegos parecidos.
Tampoco debemos olvidar los efectos de sonido. Avisar de algún cambio en el juego (nueva vida, pocas balas...) mediante un efecto de sonido puede ayudar al jugador para que mire el HUD y cambie su estrategia si lo considera oportuno.
Fuente:
Jordi Duch Gavaldá & Heliodoro Tejedor Navarro, “Introducción a los videojuegos”, Ed. Universitat Oberta de Catalunya, p. 87.

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