Para el poeta alemán Rainer María Rilke, la soledad era un elemento fundamental en la creación artística y literaria. Así se lo hizo saber en esta carta al joven aprendiz Frank Kappus, un poeta en ciernes que deseaba desentrañar todos los misterios del oficio.
Roma, 23 de Diciembre de 1903.
Estimado Señor Kappus:
No ha de quedar sin mi saludo, ahora que llegan las Navidades, y que en medio de tantas fiestas debe pesarle su soledad más aún que de costumbre. Pero si se siente que esta soledad es grande, alégrese. Pues – así ha de preguntárselo a sí mismo – ¿Qué sería una soledad que no tuviera grandeza? Sólo hay una soledad. Es grande y difícil de soportar, y a casi todos nos llegan horas en que de buen grado la cederíamos a cambio de cualquier convivencia, por muy trivial y mezquina que fuere, por la mera ilusión de una ínfima coincidencia con cualquier otro ser. […]
Soledad, grande, íntima soledad. Adentrarse en sí mismo y, durante horas y horas, no encontrar a nadie… Esto es lo que importa saber conseguir. Estar solos como estuvimos solos cuando niños, mientras en derredor nuestro iban los mayores de un lado para otro, enredados en cosas que parecían importantes y grandes sólo porque ellos se mostraban atareados, y porque nosotros nada entendíamos de sus quehaceres.
Rainer María Rilke.
Fuente: Revista Algarabía No.123; Rainer María Rilke, Cartas a un joven poeta, fragmento de la carta VI.
Comentarios
Publicar un comentario
Si deseas comentar dentro de la línea del respeto, eres bienvenido para expresarte