Al día siguiente parten para Cafarnaúm. Jesús pasa una jornada tranquila con sus discípulos, les explica cuidadosamente cómo proclamar el reino y la importancia de evitar todo conflicto con las autoridades civiles y militares, diciéndoles: "Si es pertinente censurar a los gobernantes, déjenme esa tarea. Procuren no hacer acusaciones contra el César o sus servidores, aún no es tiempo".
Jesús se esfuerza en aclarar a sus apóstoles la diferencia entre sus enseñanzas y su vida como humano, por lo que les dice: "Mi reino y el evangelio relacionado con él serán lo esencial del mensaje. No se desvíen predicando sobre mí y sobre mis enseñanzas. Proclamen el evangelio del reino y describan mi revelación del Padre celestial, pero no caigan en el error de crear leyendas y construir un culto que tengan relación con mis creencias y enseñanzas".
Hay una sola motivación en la vida de Jesús después de su bautismo, llevar a cabo una revelación mejor y más verdadera de su Padre celestial, él es el pionero del camino nuevo y mejor hacia Dios, de la fe y el amor. Su exhortación a los apóstoles siempre es: "Busquen a los pecadores; encuentren a los abatidos y reconforten a los que están llenos de preocupaciones".
Pero no es fácil para estos doce hombres rudos y poco instruidos entender las palabras del Maestro, por lo que Pedro, Santiago y Judas Iscariote hablan con Jesús interrogándolo.
- Maestro, venimos a petición de nuestros compañeros para preguntar si no es ya el momento adecuado para entrar en el reino. ¿Vas a proclamar el reino en Cafarnaúm o nos trasladaremos a Jerusalén? ¿Y cuándo sabremos, cada uno de nosotros, los puestos que vamos a ocupar contigo en el establecimiento del reino...?
Pero Jesús levanta una mano indicándoles que guarden silencio y les dice con voz severa.
— Hijos míos,
¡cuánto tiempo debo ser condescendiente con ustedes! ¿No les he aclarado que mi
reino no es de este mundo? He dicho muchas veces que no vengo para sentarme en
el trono de David; entonces, ¿cómo es que me preguntan cuál es el lugar que
ocupará cada uno de ustedes en el reino del Padre? ¿No comprenden aún que los
he llamado como embajadores de un reino espiritual? ¿No perciben que muy pronto
van a representarme en el mundo y en la proclamación del reino, como yo
represento ahora a mi Padre que está en los cielos? ¿Es posible que los haya
elegido e instruido como mensajeros del reino, y que sin embargo no comprendan
la naturaleza y trascendencia de este reino venidero de supremacía divina en
el corazón de los hombres?
Amigos míos, escúchenme una vez más, desechen la idea de que mi reino es un gobierno de poder o un reinado de gloria. En verdad les digo que todos los poderes en el cielo y en la tierra pronto serán puestos entre mis manos, pero no es voluntad del Padre que utilicemos esta dotación divina para glorificarnos durante esta época. En otro tiempo, los sentaré verdaderamente conmigo en poder y en gloria, pero ahora es nuestro deber sometemos a la voluntad del Padre y obedecer humildemente ejecutando su mandato en la tierra.
Fuente:
Los Grandes. Jesús, Editorial Tomo, p. 99 – 101.
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