Una coyuntura fundamental.
La falta de reglamentación en todos los sentidos
originaba acontecimientos impensables hoy día. En un hecho connotado, cuando el
corredor Thomas J. Hicks (Saint Louis 1904) parecía a punto de desmayarse por
las malas condiciones de la pista y el polvo levantado por los vehículos que lo
seguían, sus amigos le ofrecieron un buen trago de brandy y lo llevaron
prácticamente cargando hasta la meta. Fue premiado con la medalla de oro. El
carácter internacional y la apertura a la diversidad étnica fueron
problemáticos en esas ediciones, tiempos en que el deporte parecía una práctica
reservada a los varones caucásicos.
En este sentido Londres 1908 marcó muchos cambios cualitativos. Su organización corrió a cargo de verdaderas entidades deportivas y se dejó de ver a los Juegos como meros agregados a ferias y exposiciones. La construcción de un nuevo estadio, llamado White City, con características de funcionamiento y eficiencia normadas por especialistas, fue un logro en todos los sentidos que elevó de manera sustancial el número de participantes y espectadores. Estocolmo 1912 capitalizó esa experiencia. Sin embargo, la celebración de los Juegos se vio interrumpida por un hecho histórico que puso en duda todos los ideales humanistas de Pierre de Coubertin: la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y su brutal impacto en la vida de millones de personas. ¿Lograrían recuperarse?
Fuente:Muy Interesante – “Gran Libro de las Olimpiadas. De Atenas 1896 a Beijing 2008”, Ed. Televisa, p. 15.
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