En este periodo se hizo aparente un mayor distanciamiento entre la administración y la fuerza de trabajo, mientras el crecimiento de una clase administrativa en la industria se hizo notoria. Durante este periodo, es cuando la administración empieza a cambiar de una serie de actividades rutinarias para la solución de contingencias a corto plazo, a un enfoque general y a largo plazo.
Towne proponía que los administradores constituyeran asociaciones, publicaran revistas e intercambiaran sus logros y puntos de vista. Towne llamó a este nuevo pensamiento administrativo, administración de ciencia, de precisión.
En este proceso de evolución, emergió F. W. Taylor, quien exponía que en lugar de ser “los hombres del látigo”, los administradores deberían desarrollar una nueva filosofía y un nuevo enfoque a la administración. Argumentaba el cambio a una visión más amplia y comprensiva, para concebir su trabajo como una integración de elementos de planeación, organización, etc.
Taylor no apareció con sus pensamientos ordenados en una teoría completa, sus ideas se fueron generando mientras trabajaba para diferentes empresas. También experimentó la lucha típica entre obreros y capataces sobre la cantidad de producción. Experimentó con maquinaria, herramientas, metales y similares, esto lo llevó al desarrollo de un sistema coordinado de administración de talleres. De este enfoque de taller, Taylor expandió sus conceptos a una filosofía que después fue conocida como “administración científica”.
La tesis principal de Taylor era que el máximo beneficio de la sociedad puede surgir sólo a través de la cooperación de la administración y los trabajadores, en la aplicación de métodos científicos a todos los esfuerzos comunes. Taylor creía que el método científico tenía que ser aplicado en la selección de trabajadores, de puestos, creación de ambiente apropiado, etc., para determinar apropiadamente el trabajo de cada hombre.
El público se percató de la existencia de la administración científica.
A) Impacto de la administración científica.
La administración científica contribuyó al mejoramiento de la administración industrial. Tan pronto como se generalizaron las mejoras en el taller, se extendió a ventas, compras, contabilidad, administración y otras funciones de la empresa. Produjo una mayor eficiencia en la utilización de maquinaria, equipo, fuerza de trabajo, materiales, etc. Impulsó el desarrollo de controles, flujos y planeación más exacta. Para el trabajador resultó en una mejor selección de puestos, mayores oportunidades de avance, salarios más altos, mejores condiciones de trabajo, horas de trabajo apropiadas y una ampliación del alcance de la iniciativa individual a través de mejores oportunidades de trabajo y aplicaciones de incentivos.
Para la administración, señaló el camino para una organización efectiva, un producto más confiable, una mejor fuerza de trabajo, un cliente comprendido, una mejor imagen corporativa, etc.
Otro impacto que por largo tiempo fue olvidado y descuidado, fue la “planeación” sistemática, necesaria para cualquier mejora significativa. Durante años, muchos confundieron los mecanismos con el sistema, sin darse cuenta que aquéllos eran sólo evidencias del aspecto planeado de su sistema.
B) Nuevos puntos de vista producidos por la administración científica.
Las condiciones de optimismo y abundancia, fijaron el modo para el pensamiento en administración de principios del siglo XX y el ambiente administrativo en el cual se encontró Taylor, su nuevo sistema de administración. Utilizando principios científicos, promovió nuevas actividades con gran contraste a las existentes de su época.
Por ejemplo, la administración científica propugnaba la conservación y el no desperdicio. La administración, poco a poco, se dio cuenta de que estaba desperdiciando las instalaciones de producción y que una forma de ser más efectivo como administrador, era eliminar esos desperdicios de esfuerzos materiales y de tiempo.
Por su propia naturaleza, la administración científica motivó un ambiente de “investigación”. Promovió investigación en todas las alternativas de cualquier tipo de esfuerzo para determinar – científicamente – cuál sería el mejor camino para cada caso en particular.
Por último, bajo la influencia del individualismo y la práctica aceptada del cambio repentino, la administración había tendido a ser revolucionaria en sus decisiones, frecuentemente mal consideradas, desde un punto de vista integral. La administración científica, con su énfasis en la planeación, el uso de normas, investigación y esfuerzo cooperativo animó a la administración, a llegar conclusiones después de investigar, a utilizar principios en cada situación en lugar de la intuición y de la improvisación.
Estos puntos de vista, en aquella época considerados como radicales, son hoy en día comunes y aceptados universalmente en la práctica. Y esta aceptación es una indicación del efecto total de la administración científica.
Fuente: Introducción a la Administración con Enfoque.
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