Meditación y ayuno.
Para su meditación y ayuno de cuarenta días, Jesús decide hacerlo en Engaddi, lugar donde los esenios cultivan ajonjolí y la vid, sigue una vereda escarpada y difícil que lo lleva hasta la montaña donde sus muros disimulan la entrada a la gruta, en ella, hay dos columnas dóricas talladas en la misma roca. En el fondo de la cañada están los viñedos y las casas y, a los lejos, el inmóvil y gris Mar Muerto y las montañas desiertas de Moab. Este lugar es para el retiro de aquellos que desean hacerlo en soledad total, una dura y tremenda prueba para templar voluntades y encontrar caminos. En el aislamiento de la gruta se percibe el aroma sutil y fortificante del incienso, el de higos secos y el ligero y burbujeante sonido de una pequeña y escasa caída de agua, estos son los alimentos y el sonido que rodean a Jesús en meditación.