Todas las mañanas, al amanecer, me despertaba el canto de aquel desconocido pájaro madrugador, que anticipándose a las demás aves del monte cercano saludaba al día recién nacido.
—¿Qué pájaro es ése? —le pregunté a Fausto Ruiz, el viejo peón amigo que siempre me acompañaba en mis andanzas por el monte.