Apenas abrió los ojos, Clía sintió que dos siluetas, dos trenes de fugaz estela se entrecruzaban frente a sus ojos.
Oyó como bramaban los horizontes llenos de luces de neón y barandillas oxidadas. Acababa de concluir su viaje imaginario.
Oyó como bramaban los horizontes llenos de luces de neón y barandillas oxidadas. Acababa de concluir su viaje imaginario.
(El niño, desde una ventana, ve pasar por la calle al lechero, que pregono quesos). El lechero: — ... ¡Quesitos, quesitos, a los ricos q...