En la década de los 30 las mujeres figuraban muy poco en la esfera pública del país, particularmente en los deportes. Sólo algunos grupos privilegiados de mujeres, que pertenecían a las clases sociales más pudientes, tenían la posibilidad de practicar algunos deportes como el tenis, el basquetbol y la natación, entre otros. Por su parte, la lucha libre era un deporte impensable para las mujeres, a tal grado que la presencia del sexo femenino en los cuadriláteros de lucha libre se consideraba como un acto de transgresión a las normas sociales de la época. Sin embargo, esta situación era muy diferente en algunos países anglosajones, en donde ya existían luchadoras a nivel profesional.
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