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Gonzalo Celorio – Dos amibas amigas

Dos amibas vivían muy contentas en el estómago de Fausto, relativamente cerca del píloro. Pasaban la vida cómodamente, comían muy bien y nunca trabajaban: eran lo que se llama unas parásitas. Se querían mucho, eran buenas amigas, pero de vez en cuando entraban en fuertes discusiones porque tenían temperamentos muy distintos y cada una aprovechaba su ocio de manera diferente: una era muy pensativa y siempre se preguntaba qué sucedería al día siguiente; la otra, en cambio, era muy glotona, se pasaba el día comiendo y prefería vivir con gusto cada instante de su vida sin pensar en el mañana.

Las Abejas

Doña Luz me regaló pan con miel.

- Prueba, qué bueno está – me dijo.

- Sí, me gusta mucho. ¿Hizo usted la miel con piloncillo?

Pancho el Herrero

Pancho trabajaba todo el día.

Golpeaba el hierro con un gran martillo.

Hacía rejas, barandales, faroles.

De muchas partes venían a comprarle.

A las cinco dejaba de trabajar.

Contento, volvía a su casa.

Sus hijos salían presurosos a saludarlo.

Por las noches tocaba la guitarra.

Los vecinos, oyéndolo, se alegraban.

Había muchachos que le pedían alguna canción.

Paquito, su hijo menor, le dijo una vez:

- Quiero ser fuerte como tú, papá.

Trabajaré contigo en el taller.

Seré herrero como tú.

También tocaré la guitarra.

Seremos compañeros.

Fuente:
Generación 1960. Mi libro de 1° año, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 138 - 139.
App CONALITEG Digital. Generación 1960. Primer Grado. Mi libro de 1° año.

Ray Bradbury – La niña que iluminó la noche





Había una vez una muchachito a quien no le gustaba la noche. Jamás salía a jugar en la oscuridad. Desde su ventana veía a los otros chicos jugando sobre el césped. Él se quedaba arriba, en su cuarto, con sus linternas y lámparas y faroles y candeleros y velas encendidas. Completamente solo.

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