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Blancanieves

En la medida de lo posible, y esperando no meterme en problemas de Derechos de Autor, se irán compartiendo algunas revistas, cuentos o libros ilustrados (entre más antiguos, mejor), con el fin de que el público de estos tiempos tenga acceso a materiales antiguos que valen la pena compartir y preservar, como es esta adaptación corta del cuento de Blancanieves, que por la cantidad de páginas se comparte de forma completa en esta publicación, y si prefieren verlo en su respectivo álbum de Facebook, al final se encuentra el enlace respectivo.

“El Negro”

En la aldea se oía mucho bullicio.

Era día de mercado.

Pedrito se levantó muy temprano.

Su padre se había ido a la ciudad.

Pancho el Herrero

Pancho trabajaba todo el día.

Golpeaba el hierro con un gran martillo.

Hacía rejas, barandales, faroles.

De muchas partes venían a comprarle.

A las cinco dejaba de trabajar.

Contento, volvía a su casa.

Sus hijos salían presurosos a saludarlo.

Por las noches tocaba la guitarra.

Los vecinos, oyéndolo, se alegraban.

Había muchachos que le pedían alguna canción.

Paquito, su hijo menor, le dijo una vez:

- Quiero ser fuerte como tú, papá.

Trabajaré contigo en el taller.

Seré herrero como tú.

También tocaré la guitarra.

Seremos compañeros.

Fuente:
Generación 1960. Mi libro de 1° año, Ed. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, p. 138 - 139.
App CONALITEG Digital. Generación 1960. Primer Grado. Mi libro de 1° año.

Clarita

Clarita era una niña inteligente. 

Estudiaba. Siempre sabía sus lecciones.

Un día la maestra preguntó:

Ya llegó el circo

La música toca en la calle.

Los niños salen corriendo.

¡El circo! ¡El circo!

Dora Alonso – Este era un gato pardo





Éste era un gato pardo, de grandes bigotes, uñas larguísimas y rabo largo, largo, y flaco, flaco. No era bonito el gato, pero era joven y estaba siempre muy alegre y deseoso de hacer cosas nuevas.

Una vez se le ocurrió que ya estaba harto de correr detrás de los ratones, hacer run – run y maullar en distintos tonos.

Dora Alonso – Tilín Tilón





¡Qué triste estaba el titiritero! Tilín Tilón, su títere preferido, se negaba a trabajar. Cuando debía mover la cabeza, movía los pies; si le pedían que bailara, se ponía tieso o se dejaba caer despatarrado.

Pensando que el muñeco no se sentía bien, el hombre le preguntó si le dolía algo, pero el títere dijo que no.

Ray Bradbury – La niña que iluminó la noche





Había una vez una muchachito a quien no le gustaba la noche. Jamás salía a jugar en la oscuridad. Desde su ventana veía a los otros chicos jugando sobre el césped. Él se quedaba arriba, en su cuarto, con sus linternas y lámparas y faroles y candeleros y velas encendidas. Completamente solo.

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