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La monja filósofa. La obra literaria

Dice Emilio Abreu Gómez en su Semblanza de Sor Juana que "su obra responde tanto a la realidad de su vida como a las condiciones de su tiempo... En su obra está presente como en un enigma, la personalidad de su ser, que lucha por realizarse..."

La monja filósofa. Los últimos años

Algo muy grave de carácter verdaderamente trágico tuvo que pasar en el alma de Sor Juana que justifique el total y definitivo cambio en su vida a partir de la Respuesta a Sor Filotea. Después de ella, la mujer y la escritora se eclipsan conjuntamente. La monja sobrevivirá tan sólo cuatro años más. Sor Juana consignó en su carta al prelado los mejores datos que se tienen sobre su vida, carácter, gustos, aficiones literarias y aun mortificaciones que éstas produjeron en el claustro; y donde, además, con nobilísima entereza, se declaró en pro de la cultura de la mujer mexicana y sos­tuvo el derecho de disentir.

La joven ilustre. Los días mundanos

Decirte que nací hermosa
Presumo que es excusado,
pues lo atestiguan tus ojos
y lo prueban mis trabajos.

Sor Juana. 

La niña Juana Inés. Una mirada a su época

Apegándonos a la descripción de uno de los biógrafos de Sor Juana, Nepantla, que en lengua náhuatl quiere decir ‘en medio, entre el frío y el calor’, es un pequeño pueblo ubicado en medio de la sierra; entre la zona templada y la tropical; en medio del calor y el frío, a la mitad de los volcanes y de la llanura. Es un lugar muy bello que pertenece al Estado de México. En el sitio donde se hallaba La Celda hay “un río que corre barranca abajo, precisamente a muy poca distancia del frente de la casa (de Asbaje). Desde esta podía oír la pequeña Juana su sonido cristalino que puso temprana música en sus oídos afinándolas para la armonía: es un río inspirador. En el corte profundo de la montaña, las piedras de su cauce, enormes y grises, modeladas por siglos de erosión, remedan animales antidiluvianos. Se cruza por un puente rústico (que atraviesa el ferrocarril), debajo del cual se precipitan veloces y rumorosas las aguas camino de Yautepec”. Dice la historia, además, que “la hacienda de Nepantla no era muy rica, pues rentaba 60 pesos al año y el ganado que tenía era de cincuenta bueyes mansos de arada; veinte vacas y becerros; treinta yeguas de trilla, veinte mulas y muchos apareados de reata y cincuenta abejas de vientre”. En sus campos se daban “sesenta fanegas de trigo”.

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