Juan lleva a cabo sus oraciones en voz alta mientras lo esperan pacientemente miles de personas reunidas en una ribera del río Jordán. No es difícil distinguir a funcionarios, soldados romanos, samaritanos, levitas, idumeos con sus rebaños (de la región de Idumea, en Palestina, al sur de Judea, cuyos habitantes nómadas creen firmemente que son descendientes de Esaú) y árabes quienes, al detener sus caravanas, camellos y tiendas, dan otro color a la arena; todos ellos escuchan atentos, meditabundos y en silencio la "voz que retumba en el desierto", esa que les llega al alma y corazón y que les dice: Transfórmate, prepara los caminos del Señor, arregla y adorna los senderos. El hacha está próxima a la raíz de los árboles. No dejes que el canto de los fariseos y saduceos te envuelva, ellos son razas de víboras.
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Ciudadano del mundo, economista de carrera, bloguero por pasatiempo, docente por situaciones del destino
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