¡Qué triste estaba el titiritero! Tilín Tilón, su títere preferido, se negaba a trabajar. Cuando debía mover la cabeza, movía los pies; si le pedían que bailara, se ponía tieso o se dejaba caer despatarrado.
Pensando que el muñeco no se sentía bien, el hombre le preguntó si le dolía algo, pero el títere dijo que no.