Con juego brusco y pinceladas de Kempes, Argentina entera se volcó en el futbol como escape al régimen de Videla, a quien los holandeses no quisieron siquiera saludar.
No sólo el invierno argentino entibió la efervescencia y el desbordamiento de pasiones multitudinarias que provocó la máxima justa del balompié mundial; el régimen impuesto dos años antes por Jorge Rafael Videla y los miles que desaparecieron súbitamente tras manifestar su inconformidad con el dictador sembraron la duda no sólo en el país sede, sino a nivel internacional, de qué tan prudente sería llevar a cabo el Mundial en medio de una situación tan delicada.