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Reservas Naturales II

La conservación y el resguardo del patrimonio natural de México comenzaron en 1876 con la protección de los manantiales del área del Desierto de los Leones, que proveían de agua al Distrito Federal. Posteriormente, en 1889 el presidente Porfirio Díaz instituyó el primer Parque Nacional: El Chico, en el estado de Hidalgo. Ya en este siglo, en la década de 1920 se crea la primera reserva forestal y se promulga por orden federal la ley respectiva. El carácter de esta Ley Forestal permite que durante el gobierno de Lázaro se establezca el primer Parque Nacional de Zoquiapan y Anexas, así como otros 39 más que se suman para proteger una superficie de cientos de miles de hectáreas, distribuidas en 17 estados de la República. El objetivo principal de su creación era la protección de áreas naturales para evitar la explotación inmoderada, conservar las bellezas del paisaje, preservar vestigios arqueológicos y monumentos históricos, crear zonas recreativas y fomentar el turismo. En 1983 se planteó la necesidad de integrar y organizar todas las áreas naturales patrimoniales para garantizar la permanencia de los sistemas ecológicos representativos de nuestro país. A partir de 1992, con el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas, se cuenta ya con más de 70 zonas que abarcan distintos ecosistemas, desde los bosques de niebla y el desierto, hasta arrecifes coralinos y selvas.

Animales en peligro de extinción

La deforestación masiva de bosques y selvas, unida a la cacería desmedida, ha provocado a lo largo de los últimos siglos la desaparición de más de 30 especies en México. Esta situación ha creado serios problemas en el complejo equilibrio que debe existir entre cada uno de los ecosistemas. Cada vez que se hace un censo de especies animales en nuestro país, es mayor el número de ellas que están presentes en algunas de las clasificaciones establecidas para valorar el riesgo de desaparición en que se encuentran las especies:

Litoral









Es aquella zona del mar poco profunda y diáfana, cuya intensa luz permite un desarrollo exuberante de la vegetación marina que proporciona sustento a diversos animales. En el litoral ocurren continuas transformaciones físicas y químicas, como los cambios de temperatura y la salinidad, que los pobladores de este medio son capaces de resistir, Además, la fauna acuática del litoral está expuesta a la acción mecánica de olas, mareas y vientos, por lo que algunos animales han desarrollado pedúnculos o soportes que les impiden ser arrastrados por las aguas; otros se protegen con cubiertas calizas, escarban galerías o hacen oquedades en las que se alojan. Por su parte, los animales que viven en la zona superficial del litoral soportan los influjos de la marea y se han adaptado a vivir muchas horas afuera del agua, llevando una vida semiterrestre, como los cangrejos. A su vez, organismos terrestres como insectos y miriápodos que invaden el medio acuático llegan a permanecer bajo el agua todo el tiempo que dura la marea alta. En esta zona habita un gran número y variedad de aves marinas. En ellas se observa una amplia diversidad de hábitos, que van desde las aves que pescan hábilmente, hasta aquellas que hurgan en la arena buscando animalillos.

Bosque de niebla









Este bosque crece en sitios montañosos de clima templado o semicálido, con alta humedad. Sus árboles, de más de 50 m de altura como el roble y el liquidámbar, cuyas ramas están cubiertas por una gran cantidad de plantas, así como la niebla siempre presente, le dan un aspecto atractivo y misterioso. Entre las plantas epífitas, esto es, plantas que viven sobre las ramas de los árboles, se cuentan helechos, líquenes, musgos, enredaderas, bromelias y orquídeas. En el estrato bajo del bosque habitan helechos y palmas; son notables los helechps arborescentes de hasta 15 m de alto. Aunque muchas de las especies presentes en este tipo de bosque tienen flores muy pequeñas, destacan las bromelias y las orquídeas por sus flores vistosas y variadas. Esta flora es el marco de aves como trogones, quetzales y pavones, además de mamíferos, anfibios e insectos. Este bosque es más cálido y húmedo que los bosques de pinos y encinos, pero es más fresco que la selva. Son pocos los sitios en México que cumplen estas condiciones; por ello, los bosques de niebla están dispersos en nuestro país, ocupan zonas de relieve accidentado y cañada protegidas del viento y de la fuerte insolación. Cubren apenas el 0.4 % del territorio nacional, es decir, 850700 hectáreas. Hay en ellos muchas especies de distribución restringida y en peligro de desaparecer debido al tráfico ilegal y a la tala irracional para desmontar el terreno y convertirlo en potreros o cafetales.

Bosque templado. Animales









Los animales del bosque no son muy visibles: unos por hábitos nocturnos, otros porque viven entre las hierbas. Existe gran variedad de gusanos, insectos, lagartijas y culebrillas que moran en el suelo, la hojarasca y la madera. Por sus colores y hábitos también un gran número de aves pasan inadvertidas. En los bosques de México pueden encontrarse hasta 100 especies de mamíferos, incluyendo una amplia diversidad de ratones, ardillas, conejos y liebres, así como varias especies de venados y de carnívoros. Estos últimos cazan desde insectos hasta venados de acuerdo con su tamaño. Asimismo, los inviernos menos extremosos hacen que estos bosques sean elegidos por numerosas especies migratorias que vienen de Octubre a Marzo desde Canadá y Estados Unidos de América, como es el caso de la mariposa monarca. Muchas de las especies que habitan estos bosques provienen del norte de América, y aprovechan el hábitat más fresco que ofrecen las montañas mexicanas y sus bosques. Por su riqueza y su ubicación, muchos asentamientos humanos se han instalado en zonas de bosque templado, por lo que éstas han sido explotadas desde la época prehispánica. Varios de sus animales han sido desplazados, algunos se encuentran casi al borde de la desaparición, como el oso, y otros, como el pájaro carpintero real, desafortunadamente ya están en las listas de especies extintas.

Bosque templado. Plantas









Estos bosques son frecuentes en las zonas de clima frío y templado. Son comunidades de árboles de hasta 30 m de altura, muy característicos de las zonas montañosas, y ocupan 33578700 hectáreas, que es el 17.1 % de la cubierta vegetal de México. Los bosques templados se clasifican – según el género de árbol dominante – en bosques de coníferas, bosques de encinos y bosques mixtos. En México los más comunes son los bosques de pinos y los bosques mixtos con asociaciones de pinos y encinos. La mayoría de los bosques de encinos se encuentran entre los 1200 y 2800 metros sobre el nivel del mar. Los bosques de pino se desarrollan principalmente entre los 1500 y 3000 m de altitud, aunque también pueden encontrarse a mayores alturas y constituyen el único tipo de vegetación que alcanza los 3650 metros sobre el nivel del mar, acompañada en la parte superior por zacatonales y oyameles. Los bosques mixtos forman mosaicos dentro de las altitudes mencionadas. En todos estos bosques se encuentran distintas hierbas y flores, muy evidentes sobre todo en los claros. Como los árboles crecen en suelos a los que les faltan algunos minerales, se asocian con hongos para aprovechar mejor el sustrato.

Selva húmeda. Plantas










Este exuberante ecosistema se asocia a climas húmedos y cálidos en áreas de baja elevación hasta 1000 metros sobre el nivel del mar. En nuestro país, la selva se encuentra en la vertiente del golfo, desde el sur de San Luis Potosí hasta la frontera con Guatemala, tocando el norte de Hidalgo, a lo largo de Veracruz, porciones de Oaxaca, Chiapas y Tabasco, y la mayor parte del territorio de Campeche y Quintana Roo. Actualmente ocupa un total de 14,649,200 hectáreas, que es el 7.4 % de la cubierta vegetal de nuestro país. Se caracteriza por tener una gran cantidad de especies vegetales. El color de la madera de sus árboles, algunos más de 50 m de altura, varía desde las muy claras hasta las muy oscuras, como la caoba. La selva puede dividirse en tres estratos principales: el nivel arbóreo, compuestos por los grandes árboles rectos; el sotobosque, donde se desarrollan las plantas entre 5 y 7 m de altura, y finalmente el estrato bajo, o piso del sotobosque, poblado por helechos, plantas rastreras y los renuevos o plántulas. En este último ambiente, las plantas enfrentan la falta de luz, pues el nivel arbóreo impide su paso hacia abajo, lo cual ha provocado la existencia de plantas trepadoras, que se enredan en los troncos de los grandes árboles hasta alcanzar las zonas iluminadas. También están las plantas epífitas – que crecen sobre otra planta –, como las bromelias y las orquídeas, y finalmente las plantas estranguladoras, llamadas también matapalos, que germinan sobre las ramas de los árboles y se desarrollan rápidamente, sobre todo hacia el suelo, hasta que logran arraigarse.

Pastizal










También conocido como estepa o pradera, el pastizal es una comunidad vegetal dominada por gramíneas, plantas herbáceas de tallos huecos y frutos en forma de espiga. El pastizal se desarrolla en zonas semiáridas con inviernos fríos y veranos cálidos. En México se distribuye principalmente entre los 1000 y los 2000 metros sobre el nivel del mar, al pie de la Sierra Madre Occidental, en los estados de Chihuahua, Durango y Sonora. Este ambiente es el más propicio para el desarrollo de grandes manadas de animales herbívoros, que se alimentan de pastos que pueden ser arrancados sin morir la planta; ésta vuelve a crecer rápidamente a partir de las raíces. Los pastos tienen abundantes semillas, con grandes cantidades de carbohidratos y proteínas que son aprovechados por los mamíferos rumiantes. Aún el siglo pasado, grandes manadas de bisontes y berrendos recorrían libremente esta región, que estaba casi despoblada. La cacería desmedida y la introducción de grandes manadas de ganado vacuno desplazaron a las especies nativas, que sobreviven actualmente en los lugares más apartados. La presencia humana ha causado también la disminución de numerosos animales, como el tejón, el perro de las praderas, el lobo y el halcón peregrino, que sobrevivían antes en este ambiente inalterado. Actualmente el sobrepastoreo y la creación de zonas de cultivo están transformando antiguos pastizales en zonas desérticas.

Sierras y Barrancos de México





México es un país elevado y montañoso, más de la mitad del país está por encima de los 1000 metros sobre el nivel del mar y, con la excepción de la península yucateca, no hay una región en nuestra República donde no se vea algún cerro. Diversas pueden ser las causas que dan origen a las montañas: fallas tectónicas, plegamientos, colisión de placas continentales y vulcanismo. Una vez formadas las sierras, cualquiera que sea su origen, están sujetas a poderosos agentes erosivos como el agua y el viento, que las desgastan y les dan forma. En las zonas áridas, el viento y la arena esculpen las rocas agrietadas por los bruscos cambios de temperatura, y los arroyos excavan profundos cañones; en las zonas frías, la lluvia y el hielo fracturan las rocas y desgastan las laderas de las montañas; en las zonas húmedas, la lluvia crea numerosos arroyos que rebajan las superficies elevadas.  Existen en la República Mexicana sistemas montañosos que la recorren de un extremo a otro. La Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental son el límite de la altiplanicie mexicana. En el centro, el Eje Volcánico Transversal cruza el país desde Nayarit hasta Veracruz: aquí es donde se encuentran las montañas más altas de nuestro país y la mayor parte de los volcanes activos, como el Paricutín y el Popocatépetl. La Sierra Madre del Sur y la Sierra Madre de Chiapas forman un gran arco de montañas que se extiende desde Michoacán hasta Guatemala. Finalmente, en la península de Baja California se ubica la Cordillera Transpeninsular.

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