Don Antonio H. Martínez, era originario de León, Guanajuato, y sabía el negocio de la zona: tratar el cuero para hacer calzados. Fue así como decidió probar fortuna en la capital del país.
Tras laborar en una empresa textil, estableció un taller de calzado donde hacia zapatos deportivos, particularmente para boxeadores. Corrían los años 30 cuando la lucha libre, un nuevo deporte que fue traído de Estados Unidos, llamó su atención.