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La monja filósofa. La música

Su enorme interés por estudiar todas las cosas, por las cien­cias concretas, llevaba a Sor Juana a coleccionar en su celda del Convento de San Jerónimo numerosos libros, instrumentos astronómicos e instrumentos musicales. Como todo le interesaba y "de admirarlo todo", —como ella misma decía—, experimentó en un campo al que también la con­ducía su oído a la hora de marcar el ritmo y crear sus ver­sos: el mundo de la música. En su afán de relacionarlo todo, mezcló, desde luego, cuanto de música investigó con cuan­to ya sabía, y acostumbrada a compartirlo todo con los de­más, convirtió "su saber y sus pensares en materia de música" en un método práctico de enseñanza que fue muy elogiado por quienes lo conocieron.

La joven ilustre. Los votos religiosos

Tras un año de prueba como novicia, el 24 de febrero de 1669, Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana tomó los hábitos de manera definitiva. Desde ese día se convirtió en Sor Juana Inés de la Cruz. Si como mujer su precocidad y sus versos la habían hecho famosa, como monja alcanzaría la escritora la áspera y dolorosa cima de la gloria. Una cor­ta palabra, "sor", antepuesta a su nombre, cambiaría para siempre su vida.

La joven ilustre. El convento de San Jerónimo

La historia del Convento de San Jerónimo data de sesenta y cuatro años después de consumada la conquista españo­la, cuando en la ciudad virreinal había ya cuatro conventos para mujeres.

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