El reloj despertador empezó a sonar. Gudelia se despertó.
- ¡Pero si es casi de madrugada! – protestó la niña.
Se detuvo a mirar por la ventana las gotas de rocío sobre las hojas de la higuera del patio. El gatito se lavaba la cara.
Nicolás Mangana era un campesino pobre pero ahorrativo. Su mayor ilusión era juntar dinero para comprar unos puercos y dedicarse a engordarl...