A veces, como un tronco de árbol,
pálido
y envejecido,
no
mueves las ramas, te secas,
un color grisáceo te invade.
A veces, como un tronco de árbol,
pálido
y envejecido,
no
mueves las ramas, te secas,
un color grisáceo te invade.
Nicolás Mangana era un campesino pobre pero ahorrativo. Su mayor ilusión era juntar dinero para comprar unos puercos y dedicarse a engordarl...