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Quedarse para vestir santos

Recordará, querido lector, aquella amenaza que se cernía implacable sobre cualquier mujer que se acercara peligrosamente a los 30 años sin haberse casado. Todos entendíamos que la frasecita era sinónimo de «solterona» o del aún más arcaico «cotorra» que todavía le alcancé a escuchar a algunas amigas de mi mamá pero, ¿Se ha preguntado alguna vez a qué se refiere exactamente «quedarse para vestir santos»?

Las solteronas

Me acuerdo perfectamente de ella, porque la vi muchas veces cuando yo era niña, en casa de mi abuela. Era una señora flaquita, de lentes, apocada, que hablaba lento y en voz baja y que se presentaba a sí misma con el nombre de Teresita Trujillo. Ella, como muchas otras amigas de mi abuela y algunas de mi mamá, era lo que el mundo que me rodeaba reconocía como una solterona, de hecho, era el estereotipo viviente.

Oliverio Girondo – ¡Todo era amor!

¡Todo era amor... amor!

No había nada más que amor.

En todas partes se encontraba amor.

Cachetear la Banqueta

No es difícil notar que cada vez que se acerca el Día de San Valentín, el amor satura el aire —sí, como en aquella canción de John Paul Young—, rosas y chocolates abundan por doquier y Cupido lanza flechas al azar causando un reverendo caos. Es justo por estas fechas que fenómeno cachetear la banqueta se agudiza.

Definición y fuerza del gusto

Llámese gusto al sentido que nos relaciona con los cuerpos sápidos, por medio de la sensación que sobre el órgano destinado a apreciarlos causan. El gusto, que se excita por apetito, hambre y sed, es base de varias operaciones, de donde resultan crecimiento, desarrollo y conservación en los individuos, haciendo que se repongan de las pérdidas originadas por las evaporaciones vitales. 

Del placer de la mesa. Accesorios industriales

Como consecuencia inmediata de tales antecedentes, toda la industria humana se ha concentrado para aumentar la duración e intensidad del placer de la mesa.

Del placer de la mesa. Efectos

El placer de la mesa no produce arrebatos, éxtasis ni arrobamientos; pero gana en duración lo que pierde en intensidad, y se distingue sobre todo por el privilegio particular de que goza, disponiéndonos para todos los demás deleites o al menos consolándonos por haberlos perdido.

Diferencia entre el placer de la comida y el de la mesa

Tales debieron ser, por naturaleza de las cosas, los elementos del placer de la mesa, el cual hay necesidad de distinguir del de la comida, su antecedente necesario.

Origen del placer en la mesa

Las comidas, en el sentido que damos a esta palabra, han empezado con la segunda edad de la especie humana, es decir, desde que dejo de alimentarse con frutas. La preparación y distribución de los manjares han necesitado la reunión en familia; los jefes distribuían a sus hijos los productos de la caza y los hijos adultos hacían lo mismo con sus ancianos padres. Limitadas dichas reuniones primero entre parientes cercanos, se extendieron sucesivamente comprendieron a los vecinos y amigos.

Los adjetivos posesivos

Pareciera innecesario puntualizar cuáles son los adjetivos posesivos y sus características, quizá porque son los primeros que utilizamos desde el momento en que aprendemos a hablar. La necesidad de “poseer” algo o a alguien (por ejemplo, cuando aprendemos hablar y reconocemos a la mamá como nuestra) tiene una presencia constante en nuestro idioma, y para eso echamos mano de este tipo de adjetivos. Su importancia es indiscutible: nos ayudan a reconocer nuestro espacio (“a su lado”), quienes lo conforman (“estaba tu primo”) y qué relación tienen con nosotros (“mi hermano”).

El acento diacrítico

En la escritura, cada una de las palabras y oraciones tienen un sentido, un significado, una intención. Es como el cuerpo humano: ninguno de sus órganos sobra; quizá unos tengan funciones mucho más visibles o de mayor peso, pero todos participan para mantener con vida al individuo. Lo mismo ocurre con los elementos de la escritura, y uno esencial que le permite “movilidad” es el acento diacrítico. ¿Por qué “movilidad”? Porque gracias a este tipo de acento el mensaje no se queda “estancado”, se evitan confusiones o malas interpretaciones en lo que se quiere transmitir y se consigue entablar una conversación.

El periodismo gonzo. El origen

La turbulencia cultural y social de los años 60 y 70 en los Estados Unidos no podía traducirse ni contarse bajo los métodos periodísticos convencionales. La tradición, que para entonces apelaba por la objetividad como fuente única de información, daba pobres y vergonzosos acercamientos a la realidad. Contra esto, un grupo de periodistas con vocación literaria creó una nueva forma de relatar la vorágine de esos tiempos.

La ciencia de los celos. Cómo “se miden” los celos

Tal vez más de uno se pregunte cómo los científicos estudian los celos: ¿Diseñan experimentos en los que le piden a un voluntario que despierte los celos de su pareja, mientras observan con cámaras y micrófonos la reacción del otro? Considerando las consecuencias negativas de un ataque de celos (que pueden desembocar en violencia o en la ruina de una relación), un estudio de este tipo no sería nada ético.

Amesoide

Del griego a, ‘no’; mesos, ‘medio’; y eidos, ‘forma’. Dícese del conjunto de situaciones o eventos que no tienen un estado intermedio. Por ejemplo: un hombre conoce a una mujer y busca complacerla por todos los medios: es amable, cuidadoso, atento, apasionado y tierno. Le escribe poema, compra libros caros, limpia la casa y la cocina. Pero un día le compra un regalo menos ostentoso que los anteriores y por ese motivo la mujer, indignada, lo abandona para siempre. La relación fue amesoide: la mujer la planteó de modo tal que, o bien el hombre mantenía un estricto patrón de conducta, o bien no valía la pena continuarla. No se planteó la posibilidad de un punto intermedio.

Palabras ligadas al amor

Las palabras tienen su historia, muchas veces oscura, y en esa negrura guardan secretos que nos pertenecen porque su historia es la nuestra. En esta publicación se intenta develar ese misterio que esconden las palabras que usamos a diario, en torno al amor.

De Orwell a las redes sociales

¿Alguna vez ha recibido, por correo electrónico, publicidad relacionada con bienes o servicios que días antes había buscado en Internet? ¿O, al abrir el buscador que utilizamos más de 70 % de los internautas en todo el mundo, le han aparecido discretos pero insistentes anuncios relacionados con aquello que había consultado? Si su respuesta es afirmativa, ¿No tuvo la sensación de que “la red” lo espía y que, literalmente, conserva un registro de todo aquello que le interesa? ¿No ha llegado a pensar que realmente el “Big Brother” existe?

Sonsacar

Cuando empieza la vida social de cualquier persona, sonsacar es la palabra viejita y chocante favorita de los padres – no vaya a ser que las “malas compañías” nos arrastren a la vida vagabunda –. Pero la verdad es que yo sonsaco, tú sonsacas, él o ella sonsacan… en este continente u otro, vosotros sonsacáis, con tal de obtener lo que queremos.

Concursos de Belleza. ¿Felicidad y Fama?

Cualquiera que ve a esas hermosas jovencitas desfilando con sonrisas deslumbrantes, largas piernas y radiante juventud, podría pensar que el título es un logro y una fuente de fama mundial, riqueza y felicidad. Pero la historia demuestra que no siempre es así: por ejemplo, en 1993, durante el sitio de la ciudad de Sarajevo en la Guerra de Bosnia, se organizó un certamen de belleza en un sótano de la ciudad, como protesta a los ataques de los francotiradores serbios a la población civil. Las participantes desfilaron con una pancarta con la leyenda: “No dejen que nos maten”. Inela Nogic fue coronada como Miss Sarajevo, y logró fama mundial al convertirse en símbolo de la resistencia de la ciudad.

Concursos de Belleza. La manzana de la discordia

Otro incidente previo a las pasarelas actuales de los concursos de belleza tiene que ver con Eris, la diosa de la discordia. Esta conflictiva deidad no fue invitada a la boda de Pelo y Teis – futuros padres del héroe Aquiles –, por lo que, desairada y con toda la mala intención, hizo llegar a la fiesta una manzana de oro con la inscripción kallisti (“para la más bella”). De inmediato, surgió la discordia entre las asistentes, quienes se detuvieron cuando las diosas Hera, Afrodita y Atenea se acercaron para adueñarse de la fruta dorada; éstas solicitaron a Zeus que nombrara a la más hermosa, así que el dios del trueno (por su múltiples ocupaciones, no vaya usted a pensar que por eludir la responsabilidad, y menos con su esposa en la terna de candidatas) nombró a Paris, un príncipe troyano, como juez del certamen “Miss Olimpo”.

Concursos de Belleza. Los orígenes

Primero, unas preguntas filosóficas: ¿Qué es la belleza? ¿Es posible definirla? ¿Existe un solo concepto, o más bien deberíamos hablar de ella como una idea subjetiva, que cambia según el tiempo, la sociedad y hasta el gusto de cada individuo? Así las cosas, la belleza, ¿Se puede medir o cuantificar? ¿Qué hace que una mujer – o un hombre, para el caso, pero no el que nos atañe – posea más belleza que otra? ¿Bajo qué método o criterio puede calificarse? ¿Cómo es posible, entonces, poner a concursar a dos o más mujeres, para saber quién es la más bella, y que ésta gane premios o privilegios?

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