A finales de los años 50, Charles Bohlen, embajador de los Estados Unidos en Moscú, y su sucesor, Llewellyn Thompson, fueron víctimas del cáncer durante su estancia en la Unión Soviética; dos décadas más tarde, el embajador Walter J. Stoessel Jr. sufrió de náuseas, mareos y linfoma. Según lo revelaría más tarde el Proyecto Pandora – dirigido por la CIA para estudiar la respuesta cerebral a la radiación electromagnética –, los rusos habían instalado una antena de microondas – llamada Moscow Signal – cuyo fin era controlar las mentes del personal de la embajada de los Estados Unidos en la capital rusa.
Fuente: Revista Algarabía Extra “Lo insólito y lo sobrenatural” Año 2 #3, p.64.
Comentarios
Publicar un comentario
Si deseas comentar dentro de la línea del respeto, eres bienvenido para expresarte