Jalid ibn al-Walid nació en La Meca, en el seno del clan de los quraysíes, enemigos ancestrales del profeta Mahoma. Fue además el gran artífice de la victoria de sus conciudadanos frente al ejército del Profeta en Uhud (625). Un año antes, su hermano había caído prisionero en la batalla de Brad convirtiéndose al islam, decisión que finalmente también tomó Jalid, jurando lealtad a Mahoma. Cimentó su leyenda en la invasión de la Persia sasánida, conquista que ejecutó con admirable efectividad en pocos años. Su siguiente cometido, no menos exitoso, fue la conquista de la Siria bizantina, pero no sin la oposición del califa Ornar, que optó por relegarlo del mando en favor de Abu Ubaidah. Era un general escasamente competente pero más piadoso que Jalid quien, no obstante, tuvo el buen juicio de delegar su poder en los momentos más comprometidos.
Tras una serie de exitosas batallas sin conocer la derrota, rematadas con la victoria decisiva de Yarmuh (636), Jalid fue acusado de malversación del botín de guerra. El califa, celoso por los éxitos de su más brillante general, ya conocido como "la espada de Dios", decidió prescindir de sus servicios. Así, Jalid, que sin duda ha sido uno de los mejores generales de la Historia, murió, a su pesar, en Emesa, lejos de un campo de batalla, en el año 642.
Fuente:Por Roberto Piorno en Muy Interesante Historia, ‘El Islam. Los misterios de una religión’, Ed. Televisa, p. 37.
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