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De la meteórica expansión árabe a los ejércitos califales

Es uno de los grandes rompecabezas de la historia universal: ¿Cómo una indisciplinada horda de guerreros sin más tradición bélica que el ejercicio de la razia en un contexto intertribal fue capaz, en menos de dos décadas, de construir un imperio que superaba en extensión al romano en el cénit de su esplendor? La respuesta exige remitirse a la prehistoria del islam para reinterpretar la figura de Mahoma como el primer gran líder militar de la historia musulmana. El Profeta fue un excepcional conductor de hombres y, no menos importante, el personaje que cohesionó los intereses de las tribus árabes en aras de un objetivo común. Este propósito exigía zafarse de las más arraigadas tradiciones guerreras arábicas y renunciar al principio esencial que regía los escarceos bélicos entre tribus: poca agresividad y menos bajas. Mahoma fue el arquitecto de un ejército —no de guerreros sino de soldados— que basó su eficacia en tres pilares: disciplina, entusiasmo y mentalidad agresiva.

25 Frases de Gran Filosofía XXVIII

 

1

“La nueva información hace posible las nuevas ideas”

Zig Ziglar (Escritor)

2

“Estar enamorado es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida”

Francisco Luis Bernárdez

3

“Un pequeño agujero hunde el barco”

Benjamín Franklin

4

“Estar enamorado es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía”

Francisco Luis Bernárdez

5

“Vivir es ya de por sí un trabajo. Añadir más trabajo que además no te gusta no es vivir, es sobrevivir”

Lorenzo Gianninonni (Trader italiano)

6

“Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se junta cuerpo y alma”

Francisco Luis Bernárdez

7

“Puedes pagar el precio de la disciplina hoy o el precio del arrepentimiento mañana. Y generalmente este último es mayor”

Anónimo

8

“Estar enamorado es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas”

Francisco Luis Bernárdez

9

“Las personas dan consejos de acuerdo a su historia, sus creencias, lo que escucharon de otros y las percepciones del momento”

Lorenzo Gianninonni (Trader italiano)

10

“Estar enamorado es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas”

Francisco Luis Bernárdez

11

“Todos tenemos un plan hasta que la realidad nos golpea en la cara”

Mike Tyson (Boxeador Estadounidense)

12

“Estar enamorado es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada”

Francisco Luis Bernárdez

13

“Tomar decisiones es difícil, pero cuando haces lo correcto la recompensa es impresionante”

Lorenzo Gianninonni (Trader italiano)

14

“Estar enamorado es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta”

Francisco Luis Bernárdez

15

“Al que busca conocimiento, Dios le muestra el camino del Paraíso. La tinta del sabio es más santa que la de los mártires”

Mahoma

16

“Estar enamorado es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama”

Francisco Luis Bernárdez

17

“No temo al que ha aprendido 10,000 tipos diferentes de patadas, temo al que ha practicado una patada 10,000 veces”

Bruce Lee

18

“Estar enamorado es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa”

Francisco Luis Bernárdez

19

“Fracasamos una vez, y otra, y otra, pero en cada fracaso está nuestra victoria”

Carlos Fuentes

20

“Estar enamorado es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída”

Francisco Luis Bernárdez

21

“Estar enamorado es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería”

Francisco Luis Bernárdez

22

“Estar enamorado es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas”

Francisco Luis Bernárdez

23

“Estar enamorado es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina”

Francisco Luis Bernárdez

24

“Estar enamorado es contemplar un tres que pasa por la montaña con las luces encendidas”

Francisco Luis Bernárdez

25

“Estar enamorado es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna”

Francisco Luis Bernárdez

 



La parte anterior de esta entrega, la 27°, la puedes leer en este enlace:
https://www.divinortv.com/2021/10/25-frases-de-gran-filosofia-xxvii.html

La siguiente parte, la 29°, puedes leerla en este link:

Yihad y guerra santa

Según la tradición coránica, dos son los tipos de yihad: la “gran yihad” y la “pequeña yihad”. La primera incita a la lucha interna en un contexto de crecimiento espiritual; sólo la segunda sanciona el ejercicio de la guerra como vehículo de inmersión en el islam. Con toda seguridad, la puesta por escrito del Corán es posterior a la muerte del Profeta y recoge múltiples contradicciones resultantes de la recopilación de revelaciones surgidas en momentos históricos diferentes. Así, a lo largo del Corán encontramos suras que se oponen abiertamente a la guerra, otras consienten la guerra defensiva y otras más abogan por un modelo agresivo de expansión del islam. 

Los cinco pilares del Islam

La oración.

Los arkan al-lslam son los cinco preceptos Fundamentales que todo musulmán debe cumplir. Uno de ellos (el segundo) implica rezar cinco veces al día, mirando a La Meca. Se puede realizar en cualquier parte, solo o acompañado, pero la oración comunitaria tiene todavía más valor.

El Corán. Palabra de Dios. Comunidad de creyentes

El propio Corán refleja este giro. Cuenta con 114 suras o capítulos de diferente longitud los cuales se dividen en dos troncos principales: las suras mequinesas y las suras medinenses, estas últimas dictadas por el Ángel de la Revelación tras la forzada Hégira.

Las primeras aluden sobre todo al juicio final y la resurrección. El mensaje es muy sencillo y diáfano, calcado de la Tora y los Evangelios. El profeta advierte a los hombres que deben ser conscientes de sus acciones porque hay un Dios vigilante pero misericorde que los juzgará por ellas: "Los buenos alcanzarán el cielo y los malos el infierno" (El Corán, 81 1-14). Mahoma también trata de reafirmar su posición. Aquellos que nieguen la unicidad de Dios, que no reconozcan la misión de los profetas, arderán en la Gehena. Estas suras mequinesas suelen estar formadas por aleyas (versos) cortas, rítmicas, con una cadencia similar a la poesía preislámica. Imprecativas, se dirigen de forma directa al creyente para amonestarlo. Describen con pasión el mundo, el cielo, el paraíso; y se canta al Dios único, plagado de bondad. La temática y las enseñanzas demuestran influencia de la historia bíblica: desfilan personajes como Moisés, José o Jesús. Uno de los mejores ejemplos de esta similitud es la profesión de fe: "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su Profeta", muy similar al verso de Isaías 5, "Soy Yahvé, sin igual. Fuera de mí no hay otro Dios".

El Corán. Palabra de Dios. La esencia

Para poder profundizar en la esencia de El Corán, conviene sumergirse antes en la tierra y en la sociedad en la que emergió: la Arabia del siglo VII. 

Era una vasta extensión de arena, montes y rocas salteada de oasis en la que diversas tribus luchaban por el control del comercio y los escasos acuíferos. Aparte de cierto pastoreo, las principales actividades eran el trasiego de caravanas y el pillaje. Las mercancías se desembarcaban en el puerto yemení de Adén y eran transportadas en largas hileras de camellos hasta el acaudalado oasis de La Meca, patria de mercaderes paganos, adoradores de betilos. El más importante de éstos era un trozo de obsidiana -la célebre Piedra Negra-, que se veneraba en un santuario cúbico conocido como la Kaaba. Desiertos y oasis hospedaban también diferentes comunidades de judíos y cristianos. La colonia judía más poderosa habitaba en el palmeral de Medina, donde Mahoma halló refugio en el año 622, cuando huyó de la animadversión de sus conciudadanos de La Meca, suceso conocido como la Hégira. 

¿Caben las interpretaciones?

La palabra Corán significa en árabe "recitación" y está emparentada con la raíz siríaca queryaná (lectura litúrgica). Es conocido también con otros nombres, como AI-Huda (la guía), Zihralah (el pensamiento de Dios) o AI-Furqan (el criterio).

El Corán. Palabra de Dios

Revelado por Alá a Mahoma en el siglo VII, el texto sagrado del Islam fue fijado doscientos años después de la muerte del Profeta. Las suras que lo componen guían tanto la espiritualidad como la vida social de los musulmanes.

El último profeta. Movimiento pacífico

El triunfo definitivo, sin embargo, no vendría de la guerra, sino de una acción inteligente y audaz por parte de Mahoma. Acompañado por un millar de musulmanes desarmados se dirigió a su ciudad, que ahora lo tenía como enemigo público, para culminar la sagrada peregrinación que a ningún árabe se le podía prohibir. Sin embargo, los coraixíes de La Meca no estaban dispuestos a permitirle la entrada y mandaron un nutrido grupo armado a su encuentro. Tras una larga negociación, llegaron al acuerdo de que los musulmanes realizarían sus ritos fuera de la ciudad y regresarían a Medina.

¿Un mujeriego?

Se ignora el número exacto de esposas que tuvo Mahoma. Se le han llegado a calcular más de 20, lo que a ojos occidentales pareciera un libidinoso que aprovechó su prestigio para satisfacer sus apetitos. Contra esa precipitada idea se alza la realidad de que el Profeta fue monógamo durante los 25 años que vivió con su primera esposa, Jadiya, una mujer mucho mayor que él y la persona que más influyó en su vida. Un hombre de 45 años que, como Mahoma, vive con una mujer de 60 pudiendo tomar legalmente otras más jóvenes, no parece muy lujurioso.

Revelaciones agotadoras

Paradójicamente, Mahoma era analfabeto, de manera que cuando recibía una revelación la transmitía oralmente y sus oyentes se encargaban de repetirla y memorizarla hasta que alguien la fijaba por escrito. Sin embargo, el modo en que le llegaban los mensajes divinos variaba mucho de unos casos a otros. Podían ser visiones claras o frases casi incoherentes e inarticuladas, mensajes luminosos o palabras dolorosas y oscuras. Según explicaba el propio Mahoma: "La revelación más difícil es la que me llega como el tintineo de una campana, aunque la reverberación se reduce a partir del momento en que soy consciente de su mensaje". En alguna ocasión, la revelación incluía instrucciones sobre cómo debía transmitirla, pero con frecuencia se encontró con grandes dificultades a la hora de entender los mensajes que recibía y luchó agónicamente hasta descifrarlos. Cierta vez dijo, refiriéndose a este proceso: "Jamás recibí una revelación después de la que no sintiera que me habían arrancado el alma". 

El último profeta. La expansión

A medida que aumentaba el número de conversos, también crecía el de los opositores al sedicente Profeta, con lo que la situación social de la tribu se enrarecía. El mensaje igualitarista mahometano no sonaba bien a los oídos de aquellos que se habían enriquecido fabulosamente y que, como suele suceder, manejaban las palancas del poder. Otros temían o decían temer que aquel profeta estrafalario produjera un terremoto en las instituciones comerciales y religiosas que habían dado pie a la pujanza coraixí.

Biografías muy reales

A los historiadores occidentales no deja de sorprenderles la veracidad que transmiten los textos de los cuatro biógrafos de Mahoma: Tabari, ibn Sad, al-Waqidi e ibn Ishaq. Todos ellos escribieron durante los dos siglos posteriores a la muerte del Profeta. En contra del tratamiento idealizado y favorecedor que podría esperarse de ellos, sus textos muestran una voluntad auténtica de búsqueda de la verdad, un intento de trazar un retrato del hombre tal como fue en todas las facetas de su carácter. A menudo, cuando se encuentran con dos versiones distintas del mismo suceso, ofrecen ambas sin tomar partido por una u otra. No inventan nada porque a sus ojos sería una aberración y un gran pecado hacerlo. La información de que disponen acerca de las distintas etapas de la vida de Mahoma es desigual; los acontecimientos anteriores a su vida pública corresponden a los de un individuo anónimo, mientras que lo ocurrido en los últimos años involucró a millares de testigos.

El último profeta. Revelación decisiva

Después de aquella experiencia mística, Mahoma tuvo algunas otras de las que nunca habló, y luego se interrumpieron de pronto. Esto lo sumió en un amargo desconcierto que duró dos años, hasta que le llegó la revelación que transcribe la sura de la mañana, número 93 del Corán. Esta vez se trataba de un mensaje claro, lleno de luz, en el que Dios lo conminaba a dar a conocer a sus hermanos las palabras que ponía en su boca. Aquél fue el impulso decisivo. A partir de entonces, la desconfianza de Mahoma desapareció por completo, y su espacio lo ocupó una sólida seguridad. Investido de ella, Muhammad ibn Abdallah se dispuso a obedecer a Dios presentándose ante los suyos como el Profeta.

El último profeta. Experiencia mística

Transcurría la séptima noche del mes de Ramadán del año 610. Al interior de una cueva del monte Hira desde la que se domina la ciudad de La Meca, un mercader de la tribu de los coraixíes, llamado Muhammad ibn Abdallah, se echó a dormir. Era un hombre de 40 años provisto de gran espiritualidad, que tenía el hábito de retirarse cada año a esa cueva -acompañado por toda su familia- para orar, meditar y practicar actos de caridad con cuantos se acercaban a su retiro en busca de alimento o limosna. Pero la séptima noche de Ramadán fue distinta, porque Muhammad atravesó por una experiencia mística trascendental que iba a cambiar el curso de la Historia. Según lo explicó él mismo, se sintió de pronto entre los brazos de un ángel que lo estrechó en un abrazo tan fuerte que le impedía respirar a la vez que le daba una orden terminante y escueta: "¡Recita!".

El último profeta

La experiencia mística por la que paso el comerciante Muhammad ibn Abdallah en el año 610 de nuestra era, lo convirtió en un mensajero religioso cuyo legado unió y estructuró a un pueblo hasta entonces desmembrado en cientos de tribus dispersas. 

La comunidad de los creyentes

En el año 610, un mercader camellero anunció las revelaciones que había recibido del arcángel Gabriel. Mahoma encendía así la chispa de una carismática y controvertida religión que se extendió con rapidez y hoy casi un cuarto de la Humanidad profesa. 

Cuenta el erudito Al-Bujari (Tradiciones, III, 247) que, cuando murió en 632, el profeta Mahoma tenía empeñada su cota de malla a un judío como garantía de treinta medidas de cebada. Esta noticia es un buen indicio de la precariedad y el relativo poder de la nueva estructura política que el Enviado había conseguido establecer en Arabia mediante la persuasión de la fe, la confederación de tribus o la mera imposición violenta. A su fallecimiento, la frágil unidad estuvo a punto de quebrarse debido a la disidencia de algunos grupos tribales, que habían asumido la nueva creencia de modo muy superficial y oportunista y que, una vez desaparecida la cabeza de la alianza, consideraban roto el juramento de fidelidad. Estos intentos fueron pronto reprimidos por quienes, en las campañas venideras, se revelarían como excelentes generales: Jaled ibn Yazid, Amr ibn al-As y Abu Ubayd.

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