Mundial Uruguay 1930. Con espíritu romántico





En esta entrada se podrá recordar el transcurso de la Selección Mexicana en el Primer Mundial de Futbol celebrado en Uruguay.

El técnico Luqué de Serrallonga arengó a México con el recuerdo del general Zaragoza, antes de su debut mundialista ante Francia.


Los primeros siempre serán los primeros y ese privilegio le correspondió a México al inaugurar el Mundial de Futbol junto con la Selección Francesa en el primer capítulo del evento futbolístico más importante del orbe.

Los inconvenientes no fueron pocos, un largo viaje en barco y recursos limitados no eran factores esperanzadores para la joven selección que acudió a representar los colores mexicanos.

“A los que conformaron la primera selección de futbol mexicana para un Mundial no los movía cobrar grandes sumas, ellos hacía futbol profesional en el estricto sentido ético, porque ni siquiera contaban con una preparación específica ya que en su mayoría provenían de ligas amateur o semiprofesionales”, compartió Óscar Bonfiglio, nieto del portero del mismo nombre, quien se hizo cargo de la red mexicana en aquel primer torneo.

Al igual que el resto de los otros 12 participantes en la justa, México recibió su invitación para participar en esta primera Copa del Mundo, sin fase clasificatoria previa, de manos del doctor Hugo V. de Penna, embajador de Uruguay en México, y en Junio de 1930, una delegación integrada por 20 personas zarpó de Veracruz rumbo a tierras sudamericanas.

La travesía no fue simple y le costó a los seleccionados una alta dosis de cansancio, pero una vez en Montevideo y dispuestos a enfrentarse a quien fuera, los jugadores se toparon con el inconveniente de una cancha en malas condiciones, el Estadio Pocitos, casa del Peñarol, además de muy poco tiempo para acoplarse a las condiciones climatológicas del país.

En ésta su primera participación mundialista, México pagó el noviciado, ya que su federación de futbol apenas contaba con siete años de antigüedad y 26 de praticar este deporte.

Sólo cuatro jugadores en toda la delegación, el portero Óscar Bonfiglio, el defensa emblema del América, Rafael Garza Gutiérrez ‘Récord’, y los atlantistas Dionisio Mejía y Juan Carreño, habían participado en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928.

Durante el primer encuentro la instrucción fue clara: derrotar al enemigo ya vencido tiempo atrás, aunque en un contexto totalmente distinto.

“Olviden todo y que sólo les quede grabada en la mente la palabra México. Ahora que lucharemos contra Francia debemos recordar al general Ignacio Zaragoza. Si él pudo vencerlos (en la batalla de Puebla de 1862), también nosotros lo podemos hacer”, fueron las palabras de Juan Luqué de Serrallonga, técnico de la Selección Mexicana, quien también se inscribió como jugador.

Serrallonga, un andaluz naturalizado mexicano, quien había dirigido al España en México y al Omega en Cuba, no pudo preveer un excesivamente rudo y superior físicamente equipo francés.

Al minuto 18, los galos se fueron al frente con un disparo de media distancia a cargo de Lucien Laurent.

Un disparo cruzado de Marcel Langiller a pase de André Maschinot puso el 2 – 0 en el marcador al minuto 40. Dos minutos después, Maschinot recibió de Laurent y con disparo esquinado venció a Bonfiglio por tercera ocasión.

Curiosamente en ese primer partido mundialista, los himnos nacionales fueron interpretados al medio tiempo.

En el segundo lapso, México se lanzó al abordaje y tuvo diversas opciones de gol, hasta que se cristalizó el tanto al minuto 70, cuando el ‘Trompito’ Carreño, dentro del área chica remató un centro de Mejía para vencer por arriba al arquero suplente de los galos.

Finalmente, a tres minutos del final, Maschinot, en jugada personal, superó la marca del ‘Diente’ Rosas y venció por abajo a Bonfiglio para decretar cifras definitivas.

Tres días después, ante Chile, los mexicanos se vieron rápidamente abajo en el marcador al minuto tres, cuando Carlos Vidal aprovechó un rechace en corto del portero Isidoro Sota para clavar el balón a media altura.

Según las notas informativas de la prensa, ese tanto debió anularse por una mano previa del capitán Carlos Schneeberger, que no apreció el colegiado belga Henry Christophe.

Al minutos 51, Felipe Rosas marcó el primer autogol en la historia de los mundiales, al desviar de testa un disparo de Guillermo Subiabre, aunque oficialmente la FIFA le acreditó el tanto al chileno.

Vidal cerró la cuenta al 65’, tras aprovechar un centro de cabeza de Everardo Villalobos para pegarle de aire al balón y doblegar a Sota con un disparo fuerte a media altura.

Ante Argentina en el Centenario, México jugó su mejor partido y el arquero Óscar Bonfiglio destacó por detenerle dos penaltis al capitán argentino Adolfo Zumelzú.

También lucieron el autor de dos goles Manuel ‘Chaquetas’ Rosas y el americanista Roberto Gayón, quien fue alabado por el arquero argentino Ángel Bossio.

El ‘Chaquetas’ marcó su primer gol al 41’ de penal y, aunque falló en su segundo cobro desde los 11 pasos al minuto 68, él mismo recibió el rechace de Bossio para anotar. Gayón marcó el tercer tanto mexicano al rematar de cabeza y con el arco desguarnecido un centro de López, quien superó una mala salida de Bossio.

La clase del artillero del torneo Guillermo Stabile se hizo presente aquella tarde en Montevideo con tres anotaciones; en la primera dejó en el camino a dos rivales, en la segunda remató impecable un centro de Alberto Chividini y cerró la cuenta al definir una acción de conjunto.



Fuente: Por David Cáliz en Récord. Ediciones Especiales. Todo sobre Sudáfrica 2010, p. 24 – 26.

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